EL EXISTENCIALISMO
INTRODUCCIÓN
El existencialismo es una
corriente filosófica que está orientada como reacción contra el pesimismo,
escepticismo, relativismo, realismo e inconformismo, propios del período entre
las dos guerras mundiales y algunos años posteriores a ellas.
Ante las cuantiosas
pérdidas de vidas humanas (cerca de 52 millones de muertos en ambas guerras)
parece como que el hombre no vale nada. Por otra parte, los adelantos de la
ciencia y de la tecnología, la industrialización creciente, van deshumanizando,
alienando, a los trabajadores de toda índole que se convierten en tornillos del
engranaje industrial de la sociedad de consumo. Pero sobre todo la crisis
económica, política y espiritual que siguió a las guerras fue factor decisivo en
el hundimiento de los valores morales.
Todo esto
hace que el pensamiento gire en torno a los grandes interrogantes del ser
humano: ¿Qué sentido tiene la existencia? ¿Qué valor se le confiere a la vida
humana? ¿Cuál es el presente del hombre europeo destrozado? Lo primero que hace
la filosofía existencial (o, mejor dicho, el hombre que piensa y vive
existencialmente) es negarse a reducir su ser humano, su personalidad, a una
entidad cualquiera. El hombre no es un "ente" abstracto, sino que es
un "existente concreto". Su ser es un constituirse a sí mismo, no un
producto de las circunstancias científicas, políticas o económicas.
Por lo tanto,
esta filosofía abarca la comprensión del ser, comprensión para lo histórico y
lo singular del hombre, en oposición a las filosofías de las esencias estáticas
y esquemáticas, en clara rebeldía contra la metafísica tradicional del ser abstracto
y conceptual. Ya no interesa la "esencia" del hombre; lo que
interesa, es su "existencia" real y concreta. "La existencia
antes que la esencia".
Los
existencialistas abordan en su pensamiento el sentir de la mayoría de los
hombres europeos; se plantean los problemas del hombre concreto, los concernientes: al sentido último de la existencia, al
sentido de la vida, al destino del hombre, a la autenticidad, a la elección, al
compromiso, al modo de estar en el mundo, a la libertad, a la muerte, etc.
De ahí que el
existencialismo llegó a impregnar de tal modo la conciencia de los hombres que,
como recoge Sartre en su obra El existencialismo es un
humanismo, se convirtió en moda con sus propias manifestaciones
sociológicas en todos los campos de la actividad humana: "No había
dificultad alguna en declararse 'existencialista' porque la palabra había
tomado tal amplitud y tal extensión que abarcándolo todo ya no significaba
absolutamente nada".
CIRCUNSTANCIAS
HISTÓRICAS Y PROBLEMÁTICA EXISTENCIAL DEL HOMBRE DEL SIGLO XX
Circunstancias históricas
a) Período de las dos guerras mundiales
La filosofía
existencial es producto de una situación social y cultural de crisis profunda,
a consecuencia de la terrible ola de violencia y destrucción originada por las
dos guerras mundiales. La primera guerra mundial (1914-1918) había costado 10
millones de vidas humanas, y la segunda (1936-1945), cerca de 45 millones. Si la primera aumentó
considerablemente la capacidad destructiva del hombre con la máquina de
combate, la segunda la llevó a extremos definitivos, con artefactos nucleares,
que se lanzaron más que sobre objetivos militares sobre objetivos civiles.
Este
sangriento holocausto originó una inmensa crisis de conciencia y de valores;
patentizó el drama de la muerte y de la angustia del hombre; desencadenó y puso
en primer plano la reflexión sobre el sentido de la existencia.
b) La
postguerra: crisis sociopolítica
El fin de la
segunda guerra mundial señala el comienzo de una época histórica que cubre la
parte central del siglo XX hasta nuestros días. La situación mundial
experimenta una especie de cataclismo: unos cambios profundos, violentos y rápidos,
que afectan tanto a las estructuras sociales como a las políticas y económicas.
Como advierte Sartre:
"la guerra, esa guerra, ha terminado, pero el porvenir sigue sin estar
seguro, nadie garantiza que no seguirán otras".
De hecho,
tras la victoria de los aliados surgió una nueva tensión internacional, la de
los "bloques" y la "guerra fría", capitaneados por EE.UU. y
la URSS, quienes para defender sus respectivos intereses y sus antagónicos
modelos de sociedad, se habían repartido el planeta.
Ante la necesidad de
superar la crisis, a nivel ideológico se formulan filosofías que intentan
devolver al hombre el sentido de la confianza y seguridad perdidos, con el fin
de alcanzar esa realidad de humanidad feliz a que aspira todo ser humano, tanto
material como espiritual.
El mundo de la postguerra
intenta establecer la paz y la dignidad humana a escala mundial; después de
muchos intentos, una serie de países se reúnen y logran formar la Organización
de Naciones Unidas (ONU) en 1945, y así dan esperanza a la humanidad frente a
la caótica realidad que estaba viviendo. Más tarde, en 1948, cincuenta y un
países logran ponerse de acuerdo y formulan el decálogo de la dignidad humana:
la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Problemática existencial del hombre
Ante esta situación el
hombre fue perdiendo sus ilusiones hasta quedar totalmente abandonado, sumido
en sus propias fuerzas, como señala Sartre: "fue comprendiendo finalmente
que sólo podía confiar en él mismo". Lo ideal, lo absoluto, lo perfecto,
aparecen como categorías que se habían vaciado de contenido.
La
desconfianza y el escepticismo penetraron en los sistemas ideológicos y en los
logros científicos considerados como definitivos. Ya no interesaban las especulaciones
abstractas, sino las doctrinas próximas a la vida, las que penetran en la
realidad dramática, absurda, de la existencia, que ya no se describe centrada
en la razón, ni fundamentada en Dios, sino en el "absurdo y en la
nada", sin posibilidad de establecer ninguna norma de carácter
trascendente que las pueda definir.
Consecuentemente, si la
humanidad camina a la deriva, la historia carece de meta. La idea de progreso
ya no le cuadra. El conocimiento científico, objetivo que se venía alzando por
encima de cualquier otro, pierde su valor de certeza absoluta. Cualquier
conocimiento no tiene más valor que el que el hombre quiera prestarle: es
existencial, relativo, lo que no quiere decir que carezca de valor, que sea
negativo. Como advierte Camus en su obra: "El Mito de Sísifo":
"Aunque todo conocimiento sea relativo, aunque no exista ningún sistema
racional coherente y susceptible de ser enseñado, existe la necesidad de
conseguir que la vida sea digna de ser vivida".
La filosofía existencial
inicia un proceso de reflexión que puede colocar al hombre en su sitio, en su
dignidad y grandeza. Reflexiona desde la perspectiva del hombre como actor
de su vida y de su historia, en vez de hacerlo desde el ángulo de espectador,
como era habitual en la filosofía tradicional.
Como dijimos en la
introducción, el existencialismo se puso de moda y no había dificultad alguna
en declararse "existencialista".
CARACTERÍSTICAS DEL
EXISTENCIALISMO
Esta corriente filosófica se caracteriza por afirmar:
a) La
existencia humana concreta
Pretende
elaborar las bases para la constitución de un "nuevo humanismo", es
decir, una filosofía del hombre como persona individual y como ser social, en
consecuencia con sus circunstancias históricas. No se trata de denunciar la
explotación del hombre (marxismo), ni de afirmar la vida por encima de la razón
(vitalismo), sino de recuperar al hombre en su "ser concreto", en su
singularidad, con las cualidades que lo hacen único e irrepetible.
b) La
existencia antes que la esencia
El
existencialismo insiste que lo más importante para el hombre concreto, no es
ser "animal racional" (esencia), como lo había definido la filosofía
tradicional, sino que es lo concreto de cada persona, es decir, sus caracteres
individuales, lo que lo distingue de los demás.
c) La
existencia como actividad
El
hombre no es un mero espectador que reflexiona, que piensa y objetiva racionalmente
los acontecimientos, sino que es un "actor" que vive sumergido en la
angustia de sus situaciones y problemas particulares. Al hacerse consciente de
esa situación empieza a verse a sí mismo en su auténtica desnudez, y entonces
se ve conducido a tomar la decisión de elegir una existencia propia que lo
realice en forma auténtica o que se deje llevar por los acontecimientos
(inauténtica).
d) El método fenomenológico
Aunque la filosofía de
Husserl, según ellos, es esencialista, sin embargo el método fenomenológico le
sirve para analizar la existencia humana. Piensa que no se puede comprender al
hombre y al mundo en que vive, sino partiendo de su "conciencia".
SÓREN KIERKEGAARD. PRECURSOR DEL EXISTENCIALISMO
(1813-1855)
A la hora de buscar unos
antecedentes a la filosofía existencialista, algunos autores se han remontado
a San Agustín. Sin embargo, desde el punto de vista doctrinal, puede afirmarse
que el antecedente histórico más inmediato es el filósofo danés, Sóren
Kierkegaard. Y, desde el punto de vista metodológico, Husserl, con su método
fenomenológico, aplicado ahora al análisis de la existencia humana.
KIERKEGAARD,
tras estudiar teología en su ciudad natal, Copenhague, y filosofía en la
Universidad de Berlín, donde sigue las lecciones de Schelling y Hegel, guiado
por su propia condición personal de hombre atormentado y melancólico, reacciona
contra el idealismo, el marxismo y el protestantismo.
— En el orden intelectual se enfrenta al
sistema idealista, pues lo considera como un atentado a lo más íntimo y sagrado
de la persona humana, cuya libertad e individualidad son sacrificadas en aras
de la necesidad y universalidad del absoluto.
— En el orden social, se enfrenta al
marxismo, pues considera que masifica a la persona humana en aras de un
proletariado colectivo.
— En el orden religioso, se enfrenta a la
iglesia protestante, pues considera que ha pactado con la mundanidad,
practicando una religión formalista y mediocre, sin las exigencias de un
cristianismo vivido con seriedad.
Kierkegaard sale en
defensa del hombre individual y concreto proponiendo una filosofía nueva,
existencial.
Exigencia de interioridad
Kierkegaard considera que
para que el hombre concreto se realice es necesario en él una exigencia de
"interioridad". Esta interioridad se debe manifestar en tres aspectos
fundamentales: la existencia, la subjetividad y la individualidad.
a) La existencia
no es estar ahí como los animales, sino el modo de ser de él, que se hace a sí
mismo, en el ejercicio de su libertad, que se vuelve decisión en el momento en
que elige una u otra de las múltiples posibilidades que le ofrece su elección.
Por lo tanto, la existencia es "autorrealización".
b) La subjetividad:
la autorrealización del hombre exige que se vaya apropiando de la verdad que
va descubriendo a medida que se va realizando. Lo importante no es que la
verdad exista, sino que yo la reconozca y la haga mía.
c) La individualidad.
La autorrealización y la autoapropiación de la verdad son acciones de la
individualidad, en otras palabras, el individuo es el único existente, el
hombre concreto de carne y hueso, que no está determinado por nada ni por
nadie, que está trágicamente solo ante sí mismo y que tiene que elegir entre
infinidad de posibilidades, lo cual le produce "angustia".
Estadios en la realización del hombre
Pero
Kierkegaard no se contenta con formular la exigencia de interioridad, como
única solución posible en el hombre, sino que también trata de mostrar el
camino para llegar a ella.
Considera que
el hombre debe recorrer tres estadios para llegar a su realización plena:
a) Estadio
"estético": es el estadio en el que el hombre se encuentra
completamente disperso por las sensaciones, que lo impulsan a la búsqueda
desaforada del placer en todas sus formas. Como estos placeres no llegan a
satisfacerle plenamente, le acarrea un estado de "angustia", de
desesperación.
b) Estadio
"ético": en este estadio, el hombre deja la persecución de
los placeres y mediante la ruptura y el desengaño causado por la vaciedad de
ellos, se dedica al cumplimiento del "deber".
Al principio encontrará
una intensa satisfacción al sentir que avanza en su autorrealización,
cumpliendo el deber; pero con el tiempo llegará al convencimiento de que el
deber tampoco llega a satisfacerle plenamente. El deber necesita una realidad
superior que lo sustente y le dé sentido.
c) Estadio
"religioso": comienza en el momento en que el hombre se hace consciente
de su relación personal con Dios. La presencia de Dios lleva entonces toda la
existencia humana y ésta se convierte en una apertura total a la llamada de
Dios.
El paso de un estadio a
otro no se hace gradualmente sino que se realiza con brusquedad, de un
"salto". Este salto es provocado por la "angustia", que se
origina en la insatisfacción. Esta angustia no es sólo negativa, sino que el
hombre al descubrir sus propios límites, lo pone frente a Dios, y lo impulsa
al salto definitivo de la fe.
Esta es la paradoja por
excelencia, el "absurdo", el salto a lo absolutamente incomprensible,
puesto que si bien Dios encarnado en la historia es lo más próximo al hombre,
sin embargo sobrepasa siempre esa historia, porque entre el hombre y Dios se
abre todo un abismo.
El
rescate del hombre concreto de la marginalidad en la que lo habían colocado las
corrientes más influyentes de la filosofía moderna, es por lo que se le ha
considerado a Kierkegaard como el precursor del existencialismo; y con ello
hizo posible el resurgimiento de un nuevo humanismo que abriera nuevos
proyectos de realización y progreso sin sacrificar la dignidad de la persona
humana.
MARTÍN HEIDEGGER
(1889-1976)
Personaje poco dado a la
vida pública y entregado por entero a su actividad filosófica como docente y
como escritor; Heidegger es uno de los filósofos más
significativos, fecundos y enigmáticos del siglo XX; sobre todo por la crítica
radical a la tradición del pensamiento occidental.
A pesar de la
enorme dificultad que ofrece su pensamiento, debido tanto al contenido como al
lenguaje que usa, su influencia ha sido grande en movimientos filosóficos como
el existencialismo, la hermenéutica y el ecologismo entre otros, lo que muestra
la variedad de sus planteamientos.
Vida y obras
— Vida:
nace en Messkirde, sur de Alemania; estudia bachillerato en Friburgo e ingresa
a la Universidad de la misma ciudad, primero como estudiante jesuita de
teología y dos años después, de filosofía hasta graduarse como doctor con la
tesis: "La doctrina del juicio en el psicologismo".
Inicia su actividad
docente como colaborador de Husserl en la Universidad de Friburgo.
1923 Es nombrado catedrático de la Universidad de
Marburgo.
1928 Vuelve a Friburgo para sustituir a Husserl
en la cátedra.
1933 Es nombrado por los nazis, rector de la
Universidad de Friburgo, y en su discurso de posesión alaba las proezas del
Führer. Se distancia de Husserl por su origen judío y colabora con el régimen.
Por ello fue criticado, a pesar que al año dimitió del cargo de rector.
1945 Tras la victoria de los aliados, es
destituido de su cátedra por las autoridades francesas de ocupación.
1951 Es reintegrado en sus funciones como
profesor, pero se mantiene alejado de la universidad, realizando solamente
seminarios, charlas y conferencias.
1969 Abandona su labor profesoral y se dedica a
preparar la edición de sus obras completas.
Obras: La obra
filosófica de Heidegger arranca de la convicción de que "el ser es el
auténtico y único tema de la filosofía". Su filosofía está dedicada
integramente a la investigación del significado del "ser" y al
análisis crítico de la tradición metafísica occidental, con el fin de corregir
sus desvíos y reencontrar el camino para elaborar una nueva ontología
universal.
Las obras más importantes, son:
— Ser y tiempo, considerada su obra capital. En ella desarrolla la
pregunta por el "sentido del ser".
— ¿Qué es metafísica?. La esencia del fundamento. Introducción a la
metafísica, Kant y el problema de la metafísica. En estas obras desarrolla
el análisis crítico de la historia de la metafísica en la filosofía occidental.
Considera que la filosofía se ha ocupado del "ente" y se ha olvidado
del "ser", elaborando toda una metafísica de la subjetividad en
cuanto constitutiva de objetos cuando lo propio del hombre es vivir abierto al
ser.
Desde 1935 aplicó también
el lenguaje fenomenológico al análisis de la poesía, el arte, etc., buscando
una configuración más unitaria de las distintas manifestaciones de nuestra
civilización en tomo al nuevo humanismo en obras como: Carta sobre el
humanismo, Sendas perdidas, Nietzsche.
Pensamiento de Heidegger
Heidegger en
su filosofía pretende elaborar una reflexión sobre el mundo y la cultura
occidental en sus múltiples manifestaciones, con el fin de fundamentar un nuevo
humanismo y recuperar así su sentido unitario un tanto disperso y en crisis.
Dado que lo
que el hombre entiende de si mismo y sus manifestaciones culturales es
producto de una manera concreta de concebir la relación "ser-pensar",
es decir, producto de una metafísica, considera Heidegger que la metafísica
anterior se ha olvidado del ser y que, por lo tanto, se hace necesario
plantearse de nuevo la "pregunta que interroga por el sentido del
ser".
Esta es la
tarea que mediante el método fenomenológico emprende en su obra más importante:
Ser y tiempo.
Los
estudiosos de esta obra proponen dos posibles "fases" en la evolución
de su pensamiento: en la primera es un Heidegger "existencialista",
pues se centra en el análisis de la existencia; la segunda se centra en el
análisis del "ser". Otros califican a estas fases: primer Heidegger y
segundo Heidegger, y pretenden ver una ruptura entre los dos, pero Heidegger
rechaza esta interpretación y manifiesta que toda su obra responde a la
pregunta por el "sentido del ser".
Análisis de la existencia
Para
responder a la pregunta por el "sentido del ser" no empieza, como
otros filósofos, por el análisis de las propiedades del ser" sino que
inicia por el análisis del hombre, ya que es el hombre el único capaz de formular la pregunta por el
"sentido del ser"; tanto a nivel general como de su ser en
particular.
Es en el
hombre donde se da el hecho de la comprensión del ser: es más, en eso
precisamente radica su determinación esencial, puesto que su ser consiste en
realizarse como ser en medio de los seres, en hacerse su propio ser.
Es la pregunta que
interroga por el ser la que le conduce a Heidegger a desarrollar, en primer
lugar, el análisis de la existencia humana. Para poder entender este análisis,
vamos a ir interpretando los conceptos fundamentales o categorías que él usa.
a) "Dasein"
La palabra
alemana Dasein significa "ser-ahi" o (estar-ahí). El
hombre se expresa en la existencia, es "ser-ahí" = Dasein,
cuyo peculiar modo de ser consiste en realizar su propio ser. Por lo tanto, la
naturaleza propia del Dasein (ser-ahí) consiste en su
existencia.
El Dasein
no es un ente como los demás; propiamente no es un ente, sino un
"existente", es decir, una realidad en cuyo ser le va el ser o como
dice Heidegger, consiste en "irle al ser", en tener el ser como algo
que realizar.
b) "Ser-en-el-mundo"
Si nos atenemos a la
cotidianidad del "ser-ahí", la estructura de su existencia se pone de
manifiesto en el hecho de "ser-en-el-mundo". No es hallarse de una
cosa en otra, sino (y de ahí los guiones) una realidad total. Por eso no hay un
sujeto en el mundo (realismo) ni un mundo en un sujeto (idealismo).
Para Heidegger, el mundo
no es un conjunto de cosas, con las que el hombre no tiene relación; el mundo,
para él, designa las cosas con las cuales el hombre se relaciona, habita, está
familiarizado, se ocupa de ellas como instrumentos para realizar sus propias
posibilidades de existencia.
El hombre es un ser que
está en el mundo (ser-ahí) entre cosas y éstas constituyen el entorno o mundo
circundante, aquello con lo que trata en su vivir diario.
Al analizar las cosas que
hay en el entorno, lo lleva a diferenciar entre el" estar-presente" y
el "estar-a la mano". Son las cosas que están a la mano a las que
Heidegger se refiere, es decir, a las cosas que están disponibles, que puede
manejar y utilizar.
En este
sentido el mundo es un "existencial", y como tal está abierto; no es
el conjunto de cosas-objeto sino que es el espacio en el que se dan las cosas.
Pero "ser-en-el-mundo"
implica además "ser con otros ser-ahí", que "son en el mundo
conmigo". El mundo es "un mundo compartido", el mundo del
ser-ahí es un mundo de "ser con otros".
Este hecho es
un existencial, pues el ser del hombre consiste en estar abierto a los otros;
aunque de hecho esté solo, su ser está referido siempre a los otros.
Por lo tanto,
el hombre además de "ocuparse" de las cosas, se "preocupa
por" los otros, su mundo es un mundo público.
El trato del "ser-ahí" con el mundo se manifiesta en
tres formas básicas:
—
en el "encontrarse": indica la situación misma. El ser-ahí está
"arrojado" existiendo en una situación en la que se halla inmerso y
en la que tiene que "realizar" su tarea de existir;
— en el
"comprender": es, por así decirlo, "el constituirse
comprensivamente", el ser original dado como "un poder ser". Por
eso el "comprender" está estrechamente relacionado con el
"proyectar", el ser como "proyecto", esto es, como
proyectado de su propia posibilidad de ser;
— en el
"habla": es una de las posibilidades fundamentales del
"ser-en-el-mundo". Al articular la comprensibilidad del mundo,
manifiesta lo que las cosas son; "tener sentido y poder ser dicho son en
realidad una misma cosa". El habla es el fundamento ontológico existencial
del lenguaje (conjunto estructurado de formas lingüísticas).
En conclusión, la
estructura del Dasein, "su existencialidad" se despliega en los
existenciales de: encontrarse, comprender y habla.
c) Cuidado
Todos
los constitutivos básicos del Dasein como ser-en-el-mundo, pueden organizarse
en la unidad estructural que Heidegger expresa con el término
"cuidado" o "preocupación".
En tanto que
"ser-ahí", el hombre tiene tendencia a perderse entre las cosas y a
interpretarlas desde ellas, esto hace que su existencia sea inauténtica,
anodina, movida por lo exterior. Pero "cuidándose" las cosas pierden
significado e interés, entonces experimenta la "angustia", que
cerrándose sobre sí mismo, le abre al hecho insuperable de tener que
ser-en-el-mundo.
Tentado a
huir, la angustia entrega al hombre a su propia responsabilidad, a lo que
todavía no es o nunca es del todo. Sólo su propio fin, "la muerte",
como posibilidad de "no ser ya más", suprime la angustia, cierra el
proceso.
La muerte
pertenece a la estructura constitutiva de la existencia: "El hombre es un
ser para la muerte", afirma Heidegger.
d) Existencia autentica
El cuidado
hace que el hombre no se pierda entre las cosas y le abre por medio de la
angustia a la posibilidad de vivir una vida responsable, una existencia auténtica,
es decir, una vida original que va más de acuerdo con su propio ser. Este hecho
se ha planteado universalmente como "seguir la voz de la conciencia"
entendida como resonancia en el sujeto de una voz ajena; pero en Heidegger la
"conciencia" se descubre como "una llamada de la existencia a
sí misma", como lo que invoca al ser-ahí a salir de la "caída al
anonimato" (existencia inauténtica).
Decidiéndose,
el hombre elige, es decir, resuelve dar noticia de su propio ser y saldar así
la culpa o deuda contraída con su condición de existencia originaria finita,
negativa.
e) Temporalidad
La existencia auténtica
hace que el hombre se apropie de si mismo, se vea como es, vea aquello que le
hace posible: su "temporalidad". La temporalidad significa
ser-en-el-tiempo. El hombre es el ser capaz de "realizarse" en el
tiempo concreto en que vive. El tiempo -pasado-presente-fúturo- forma algo
continuado, el hombre es un ser que se va realizando y madurando en la
historia.
La
temporalidad, más que un transcurrir en el tiempo, indica que va progresando,
que va haciéndose realidad en el tiempo. El ser-ahí en cuanto posibilidad se
hace "temporalizándose".
Es la temporalidad la que
unifica los diversos elementos estructurales del ser-ahí y la que acaba dándole
sentido.
Análisis del ser
Recordemos
que, aunque Heidegger haya iniciado con el análisis de la existencia, su
objetivo es la pregunta por el "sentido del ser".
En el
análisis de la existencia nos mostró que lo propio del hombre no es vivir en si
mismo sino "abierto" al ser. La existencia constituía el sentido del
ser, es decir, el ser se explica a partir del hombre.
En el análisis del ser va
a hacer un recorrido "inverso", es decir, no explicar el ser a partir
del hombre, sino a partir del ser explicar al hombre.
En esta parte
de la obra Ser y tiempo, el ser no aparece ya "abierto al
Dasein", sino como lo que hace posible la propia apertura del Dasein. Su
pensamiento aquí se va a caracterizar por transformar el pensar acerca del ser
en un "pensar el mismo ser" o "descubrir el ser".
En este
"pensar o descubrir el ser", Heidegger se caracteriza por su
hostilidad a la exposición sistemática, por su preferencia por el lenguaje
poético, y por su constante buceo en lo escondido del ser. (Es necesario tener
en cuenta estos aspectos para poderlo entender).
—
El ser se convierte en una "casa" donde pueda habitar el hombre que
en lugar de "forzar" el ser se inclina humildemente ante él; el ser
se convierte en un claro en un bosque donde los caminos no van a ninguna parte.
— El ser
puede aparecer u ocultarse; pero en ningún caso es "apariencia", sino
"presencia".
— Lo mejor
para aprehender el ser es justamente no aprehenderlo, es decir, dejarlo en su
ser; el hombre debe permanecer donde está sin tratar de "forzar" la
realidad mediante la técnica, con el fin de permitirle al ser
"trans-parecer".
— El ser es
como un horizonte humanó en el cual todos los entes están en su verdad.
— El ser es
una especie de "gracia"; la importancia del hombre radica no en
despojar el camino para alcanzar esa gracia, sino en dejarla ser y dejarse
llevar por ella en el tiempo: el hombre es, en rigor, "el pastor del
ser".
— El hombre
no encamina el ser a su realización o a su degradación, sino que el ser hace
posible para el hombre existir o no, auténticamente.
— El ser
aparece en el horizonte del lenguaje; pero no en un lenguaje
"forzado", como el lenguaje científico, que constituye la realidad
como objeto; ni como lenguaje técnico, que modifica la realidad para
aprovecharse de ella. El lenguaje, según Heidegger, es
"conmemorativo"; hay que "conmemorar al ser" para que no
caiga en el olvido. Conmemorar el ser es protegerlo contra la descripción, la
explicación y la interpretación.
— Hay que
acceder al ser, algo muy distinto de conocerlo; al ser se accede, no por el
análisis metafísico, sino por el "habitarlo": habitar en la tierra es
un modo de seguir el ser.
— El ser es
un misterio, pero no en el sentido de estar fuera de toda comprensión, sino
sólo en cuanto no es comprensible a base de ninguno de los entes.
— El ser del
cual se habla y en cuya "casa" habita el hombre, es la realidad misma
en cuanto ser, es decir, "el ser será todo lo que se ha negado de
él".
Critica a la metafísica occidental
A partir del
análisis del ser, Heidegger hace un análisis critico a la historia de la
metafísica occidental. Considera que la filosofía se ha ocupado del ente y se
ha olvidado del ser; ha elaborado una metafísica de la
"subjetividad" en cuanto constitutiva de objetos, cuando lo propio es
"desvelar el ser", "exteriorizarlo".
os filósofos
presocráticos ciertamente filosofaron desde la intuición del ser, pero tras
ellos la filosofía occidental en un proceso de antropocentrismo creciente, ha
pretendido comprenderlo todo desde el hombre. La historia de la metafísica
occidental, desde Platón a Nietzsche, es la historia de la metafísica de la
"subjetividad":
Olvidándose del ser, se ha centrado en el estudio del ente, sin
advertir que, al hacerlo, ha dado la espalda precisamente a aquello que puede
darle sentido.
Es, pues, necesario a
juicio de Heidegger "un viraje" en la filosofía que permita un
retorno al fundamento de la metafísica, al "ente en cuanto ente".
En su obra De la
esencia de la verdad, Heidegger se plantea ese viraje desde el concepto
habitual de verdad "como concordancia", al concepto de verdad
"como desvelación". Al respecto dice: la esencia de la verdad no
consiste en una representación de lo real, sino en dejar que "las cosas
se manifiesten como lo que son" y podamos, por tanto, atenernos a las mismas
como normas de comportamiento.
Como solamente puede
manifestarse que está oculto, el misterio, la verdad coincide con el
"ocultamiento originario del ser" al que el hombre tendrá que ir
"desvelándose".
Por lo tanto, la cuestión
fundamental de la metafísica no es interrogar sobre lo que es, sino interrogar
al ser mismo y sobre su verdad, es decir, "desvelar el ser".
Desde esta
perspectiva la metafísica tiene al ser como horizonte y no a la razón: su tarea
consiste en comprender cómo acontece y cómo debe ser pensado el ser mismo,
"determinar la verdad del ser".
Heidegger
concluye que la metafísica tradicional, al llevar consigo el "olvido del
ser", éste se hace presente en su ausencia, por lo tanto, es necesario
recuperarlo en la dirección de lo no pensado, el ser. Como se ve, más que
constituir un nuevo humanismo, lo que Heidegger persigue con su reflexión
filosófica es integrar el sentido del hombre dentro de la historia del ser.
La
técnica, fase final de la metafísica
El mundo
moderno progresa gracias al descubrimiento de nuevas técnicas en todos los
campos de la ciencia. El hombre actual, en su ciega carrera tecnológica y
armamentista está comprometiendo la existencia humana en la tierra: amenaza el
equilibrio ecológico (necesario para vivir), y también pone al planeta en
peligro de un holocausto nuclear.
Pensada
la "técnica" desde la óptica de la historia del ser, aparece en su
esencia como la realización de esa metafísica que se ha olvidado del ser.
Corrientemente concebimos
la técnica como un instrumento en sí mismo indiferente, del que dispone el
hombre para su mejor realización. Sin embargo, lo que define a la técnica
considerada en si misma, es "la causación o producción de objetos para
ciertos fines".
Los griegos,
desde el ser de la naturaleza, entendieron esta producción como un mero traer a
la presencia, desocultar lo oculto, o descubrir lo que hay.
Con posterioridad, desde
el hombre moderno, se ha entendido como un hacer mediante la manipulación de
los medios, es decir, como una manufactura. La que produce ya no es la
naturaleza sino que el que únicamente produce ahora es el hombre. El olvido
del ser ha convertido a las cosas en materia prima que el hombre, con su
voluntad de dominio, pone a su servicio.
La técnica
es, pues, una metafísica consumada porque muestra al ser de una determinada
manera, establece el modo como las cosas aparecen y configura una imagen del
mundo y del hombre.
En su obra La
época de la imagen del mundo, Heidegger dice: "que la técnica
industrial moderna provoca a la naturaleza al exigir de ella materias primas y
energía y al controlarla mediante la explotación, transformación, almacenaje y
consumo de bienes producidos; ahora las cosas ya no son bienes naturales sino
existencias de almacén, objetos de encargo, dispuestos para su compra y
consumo".
Dentro de
este proceso, el hombre, en cuanto que es el sujeto de la provocación de la
naturaleza, se cree dueño y señor de la técnica cuando, en realidad, en medio
de objetos producidos él también es requerido por la técnica para cumplir una
misión preasignada; es un medio de uso al servicio de fines extrínsecos, un
objeto más, que vale no por lo que es, sino por aquello para lo que sirve.
El Estado
totalitario, los conglomerados urbanos, la masifícación, la manipulación de la
sociedad de consumo, el desastre ecológico, el peligro del holocausto nuclear,
etc., son las consecuencias inmediatas del olvido del ser y de la sociedad
tecnológica que se asienta sobre él. El hombre, con toda su omnipotencia, se encuentra
solo ante sí mismo y su propio poder; los horizontes se le cierran. Estamos
ante una época de ocaso.
En su obra Sendas
perdidas, Heidegger afirma que el hombre no necesita bomba atómica
alguna, porque lo que realmente le amenaza de muerte es su absoluto querer
imponerse en todo.
La
civilización técnica desarraiga cada vez más al hombre, en ella ya no tiene
"patria", tan sólo tiene puras relaciones técnicas; ya no vive en la
Tierra.
En este sentido la técnica
moderna en cuanto experimento de la voluntad de poder, de la apariencia de que
todo es producto del hombre y de que todo debe ser puesto a su servicio,
constituye la fase final de la metafísica occidental una vez más. También aquí
el ser se manifiesta en la negatividad, constituye una época de su historia temporal,
y el nihilismo comienza a manifestarse como consumación para dar paso a una
nueva apertura receptiva, al ser y a la salvación del hombre.
JEAN PAÚL SARTRE
(190S-1980)
Es
considerado el padre del existencialismo, y su principal y más genuino representante.
Contribuyó a su desarrollo y difusión con todos los medios a su alcance:
obras
filosóficas, ensayos, novelas, narraciones, obras de teatro, manifestaciones
callejeras, etc. Mediante la acción y el compromiso dedicó toda su vida a
defender sus ideas.
Vida y obras
Nace en París. Hijo de pequeños burgueses, queda muy pronto
huérfano de padre
—
Niño solitario e introvertido, muestra desde el comienzo de sus estudios un
vivo interés por la literatura y una brillante capacidad expresiva.
— Estudia
bachillerato en la Rochelle, destacando en humanidades.
— En la
Universidad conoce a Simone de Beauvoir, que será su compañera de por vida.
— Obtiene su
licenciatura en Filosofía en la Escuela Superior de París y ejerce como
profesor de esa materia en varios liceos.
— Becado por
el Instituto Francés, se traslada a Alemania, donde entra en contacto directo
con el movimiento fenomenológico.
— Al estallar
la segunda guerra mundial se incorpora al cuerpo de seguridad y es hecho
prisionero por los alemanes. Una vez liberado, interviene activamente en la
resistencia francesa.
— En 1945
funda una de las revistas más prestigiosas de la época: Temps Modernos
(Tiempos Modernos).
— Abandona la
docencia para dedicarse más plenamente a sus escritos y al activismo político.
Siguiendo el lema "denunciar para cambiar", se opone al
"gaullismo" y a su política colonialista. Apoya la independencia de
Argelia. Participa en el Tribunal Russell sobre crímenes de guerra e impulsa la
revuelta estudiantil de mayo del 68, defendiendo la libertad. En 1969 se le
concede el Premio Nobel de Literatura, el cual rechaza. Hasta su muerte siempre
mantiene la denuncia social en defensa de la libertad.
Obras:
Su producción
es enorme y abarca los más diversos géneros: novela, teatro, ensayo,
periodismo... Entre sus obras literarias podemos destacar: El muro, La
náusea, Las moscas, A puerta cerrada. Las manos sucias, El idiota de la
familia. Los artículos periodísticos están recogidos en los volúmenes
de Situaciones.
Entre las
obras filosóficas, que son las que aquí nos interesan podemos destacar:
El ser y la
nada: Ensayo de una antología fenomenológica, El existencialismo es un
humanismo. La critica de la razón dialéctica.
Aspectos principales de la filosofía de Sartre
En la evolución
del pensamiento filosófico de Sartre se distinguen dos etapas: la primera se
centra en la obra El ser y la nada, donde expone en forma sistemática y
completa toda su concepción de la doctrina existencialista; en la segunda etapa
se centra en las otras dos obras donde pretende compaginar el existencialismo
con el humanismo y con la filosofía marxista, a la que considera la más viva y
representativa de la época.
El existencialismo de Sartre
La
publicación en 1943 de la obra El ser y la nada
convierte a Sartre en uno de los filósofos más conocidos y también más
importantes de la época actual. Pero ya anteriormente se había consagrado como
escritor de primer orden por sus novelas y piezas teatrales. En ellas aparecen
desarrolladas prácticamente todas sus ideas fundamentales; de tal manera que
antes de abordar la elaboración de esta obra tenía, sin duda, en su mente un
esquema de lo que iban a ser las líneas maestras de su filosofía.
No obstante,
el estilo de El ser y la nada es el propio del
filósofo profesional, sin concesiones a la literatura. Se trata de una obra
seria y difícil, asequible únicamente, como él mismo dice en El
existencialismo es un humanismo, a técnicos y filósofos.
El centro de
atención en ella es la "existencia", entendida como "existencia
humana"; Sartre asume la afirmación kantiana de que la filosofía se puede
reducir, en última instancia, a la pregunta: ¿Qué es el hombre?
Hay que
reconocer, sin embargo, que, en la respuesta sartriana, el hombre sale mal
parado. Y esta insistencia en los aspectos sórdidos de la existencia le ha acarreado
reacciones viscerales en no pocos autores. En un texto de filosofía publicado
en los años 60, se muestra asi toda su doctrina: "Las teorías sartrianas
se reducen a esto: el mundo es una causalidad absurda que provoca náusea; el
hombre es una pasión inútil; los demás son el infierno y la maldición; la
sociedad es un conflicto. El ser existe para la nada. Dios es algo
contradictorio y no existe".
Esta apretada síntesis
puede presumir, sin duda, de ser rigurosamente exacta, pues todas las
afirmaciones se encuentran literalmente, en su obra El ser y la nada y
en otras obras anteriores y posteriores a ellas. Pero en honor a la verdad, lo
interesante de Sartre no reside tanto en las conclusiones a que llega, cuanto
en las razones que aporta y el proceso discursivo que conduce hasta ellas. Por
lo demás, está claro que también aparecen en sus escritos otros textos menos
sombríos y más abiertos a la esperanza.
Aquí nos
esforzaremos en aclarar lo más posible el sentido de los conceptos
fundamentales de su obra.
a) La
"conciencia": "Ser-para-sí"
De ella
afirma Sartre que es un "ser-para-si", una existencia que no tiene
ser, esencia o naturaleza; es posibilidad sin limites; pura libertad; en sí
misma consiste en un vacío, un agujero en el ser, una "nada". Para
Sartre la conciencia originaria es "intencional" es conciencia de
algo, lo que directamente percibe es el objeto. Sólo mediante la reflexión se
descubre a sí misma, y es entonces cuando se le hacen patentes los dos polos:
el sujeto y el objeto, que fue el descubrimiento primero en Husserl. Dicho de
otro modo, lo que primordialmente aparece en nuestra conciencia, no es la
relación del yo y de las cosas, sino las cosas solamente. Ejemplo: cuando
estoy absorto en la contemplación de un paisaje, lo único que percibo directamente
es el paisaje, y ya en segundo lugar, mediante un acto de reflexión, me percibo
también a mí mismo contemplándolo.
Con este planteamiento, se
separa desde el principio de la posición fenomenológica en dos puntos
cruciales:
— lo principal no es el sujeto-objeto al
mismo nivel, sino el objeto solo;
— la existencia de los objetos no se pone
entre paréntesis, sino que se afirma como algo trascendental a la conciencia;
Se aprecia con claridad la
tendencia a acentuar el estatus del objeto a costa de diluir el polo subjetivo.
La intencionalidad sigue siendo la esencia de la conciencia, pero el objeto de
la intencionalidad no es inmanente sino trascendente a ella.
Sartre no tiene que demostrar
la existencia del mundo como Descartes, sino que la capta desde el primer
momento como existente.
Si
interpretamos literalmente la intencionalidad, como la cualidad, esencial a la
conciencia, de ser siempre "conciencia de" algo distinto de ella, y
admitimos que ese algo es el "ser", tenemos que concluir que la
conciencia es algo distinto al ser y, por tanto, la nada. Pero esto corre el
riesgo de quedarse en un simple juego de palabras; en realidad el razonamiento
de Sartre tiene más solidez.
Para
él la conciencia no sólo es conocimiento, sobre todo, deseo, pasión, emoción.
La esencia común a todos estos actos sigue siendo la intencionalidad: se desea,
se odia, se teme a algo o a alguien que está siempre fuera, más allá del
sujeto. El objeto de los actos existe, está ahí; por eso lo conocemos, deseamos
u odiamos.
Pero ¿qué es,
en qué consiste el acto mismo de conocer o desear? Si aquello de lo que se
tiene conciencia no está en la conciencia, porque es trascendente a ella, se
empieza a comprender que la conciencia debe consistir en una especie de
"vacío" que los objetos están llamados a llenar.
Toda la realidad de
nuestros pensamientos y deseos está en los objetos pensados y deseados. Pero
estos objetos son distintos del acto por el que se piensan y se desean. De
este modo se nos hace asequible la paradógica fórmula sartriana: "la conciencia
es lo que no es y no es lo que es".
Significa que toda la
realidad, toda la densidad del ser está situada en las cosas, más allá de la
conciencia; ésta se reduce simplemente a tender hacia esa realidad. La
conciencia en sí misma no es, por tanto, más que tensión, aspiración, vacío,
nada. No es la nada absoluta, sino una nada que "tiende hacia" el
ser.
b) El
objeto: "El ser-en-sí"
Sartre llama
al objeto "ser-en-sí", y a la conciencia, ya lo dijimos,
"ser-para-sí".
Esta
terminología no es caprichosa, tiene sólidos antecedentes en la historia de la
filosofía, al menos desde Hegel.
El
"ser-en-sí" y el "ser-para-sí", son los dos ámbitos que
abarca la totalidad del ser.
Después del análisis que
ha hecho Sartre de la conciencia "ser-para-sí" cabía pensar que el
análisis del "ser-en-sí" (objeto) había de ser enormemente rica y
variada. Acabamos de decir que toda la realidad está del lado del objeto, del
ser-en-sí, por lo tanto es aquí donde debería llegar la complejidad. Y sin
embargo, la explicación que da Sartre del ser-en-si no puede ser más escueta:
lo único que cabe decir de él es que simplemente "es". Y así lo
define él: "El ser es. El ser es el en-sí. El ser es lo que es". Una
masa inerte, maciza, opaca, impenetrable; así es el ser-en-sí, gratuito, sin
razón alguna para existir, sin finalidad ni sentido.
¿De dónde nacen los
valores y los fines? ¿Qué fundamento tienen la belleza y el bien, la felicidad
que nos atrae y los objetivos que nos esforzamos pro conseguir? ¿Cuál es el
origen del sentido?
La
respuesta de Sartre, es clara: "la posibilidad de un fundamento viene al
mundo por el "ser-para-si". Dicho de otro modo: es la conciencia la
que introduce el sentido del ser. Las cosas en sí mismas no son bellas, ni
buenas, ni grandes, ni pequeñas; simplemente son. Y todo lo que puede decirse
de ellas es posible hacerlo gracias a una conciencia que las percibe y les da
sentido.
La conclusión
provisional que se deriva de todo esto es más o menos la siguiente: el mundo
de la realidad, el ser-en-sí es opaco y no tiene ningún valor; el mundo de los
valores está del lado de la conciencia, del ser-para-si, que no tiene ninguna
realidad. Ya se puede intuir las dificultades de construir sobre estas bases
una concepción de la existencia humana medianamente esperanzadora.
c) La existencia
La existencia
a la que se refiere Sartre no es la existencia de las cosas (objetos), sino la
existencia del ser-para-sí. Habría que decir en propiedad que las cosas son y
la conciencia existe.
La existencia
se define por la posibilidad. Existir quiere decir posibilidad de ser. Es éste
otro término que aparece usado en un sentido distinto al de la filosofía tradicional.
Para el existencialismo la existencia es anterior a la esencia.
d) La
libertad
Como el mismo
Sartre confiesa en su obra autobiográfica Las palabras, desde su más
temprana infancia su vida se desarrolla en un clima de continua tensión, de
ansia de libertad. El inconformismo visceral que recorre toda su trayectoria
hizo afirmar a su compañera Simone de Beauvoir que se trataba de un
"anarquista de temperamento". Siendo así, resulta comprensible que el
problema de la libertad se constituye en goce de todo su pensamiento y acción.
En última instancia, todos los análisis de su filosofía se reducen a buscar el
camino que conduce a la libertad y, una vez instalado en ella, defenderla
frente a cualquier amenaza.
La conciencia
en cuanto es "ser-para-si" es un ser "que no es", que
carece de esencia, "la nada se inserta en el ser". Sin embargo, en
cuanto existencia es "un poder ser", "pura posibilidad de
ser", la nada la lanza a su plena positividad. Es decir, la nada adviene
al mundo por medio de una existencia que se cuestiona su ser y, precisamente, en
este cuestionar su ser radica su "libertad".
La libertad,
pues, tiene que ver con la nada y es la esencia de la conciencia, constituye su
único valor fundamental ya que sobre ella se asientan todos los demás valores.
La libertad
es el fundamento de todo, pero ella misma carece de fundamento; ni siquiera se
puede preguntar qué es, porque trasciende al mundo en sus posibilidades.
Es el ser
libre del hombre, su no-ser, lo que hace que exista un mundo. La no suficiencia
del hombre, su tener que hacerse, y su ser como ser lo que debe ser y no es,
constituye la esencia de la libertad. La libertad es creativa, es lo que el
hombre no tiene pero que debe alcanzar; es provenir, nunca actualidad. La
libertad es dinámica, es la expresión de un ser que tiene que ser "si
mismo", autoafirmarse, ser siempre autor de su propia historia.
A esta libertad absoluta
le corresponde por supuesto una responsabilidad absoluta. Sartre consagra este
carácter absoluto de la libertad con una frase paradógica:
"Estamos condenados a ser libres", es decir, somos
libres a la fuerza.
e) El hombre (yo)
Todos los
análisis anteriores no son, en el fondo, más que perspectivas bajo las que se
puede descubrir la verdadera índole del ser humano, que es el único existente.
Si hacemos una síntesis de todos los aspectos considerados, vemos que la condición
del ser humano, según Sartre, está marcada por la contradicción: "no es un
ser, pero es el que da sentido al ser; no es más que una existencia, sin
esencia; y finalmente, está condenado a ser libre".
La radicalidad de este
planteamiento conduce a conclusiones dramáticas. La libertad, por ejemplo, que
siempre ha tenido connotaciones positivas se convierte aquí en una auténtica
condena.
— El hombre como "angustia": Al hombre lo agobia un
sentimiento de "angustia". Por el compromiso que tiene su acción, el
hombre es "angustia".
Para Sartre
la angustia, no es algo que le viene al hombre desde fuera, este es el sentido
del "sufrir" y del "padecer", sino que "surge"
desde su intimidad, de la posibilidad de su acción. En este sentido la
angustia se diferencia claramente del "miedo", pues éste procede de
algo exterior.
Podemos
decir, que la angustia es el precio de la libertad; de encontrarse solo, ante
si, y tener que decidir sin recurrir a ninguna norma, a nadie ni a nada ajeno a
mí, pues yo soy el único legislador.
— Conductas del hombre: Hemos visto que la
libertad nos lleva a ser responsables de todo, y de tener que elegir solo. Ante
la angustia de elegir, el hombre puede adoptar dos tipos de conductas:
--- Una
"conducta de huida", que Sartre la llama conducta de "mala
fe". La "mala fe" es una "mentira" a si mismo, pues
oculta la verdad que yo sé; esta mala fe se
manifiesta a través de "excusas", de "justificaciones" que
eluden mi propia responsabilidad. Tal conducta de huida no es otra cosa que un
acto de cobardía. Dice Sartre: "Todo hombre que se refugia tras la excusa
de sus pasiones, es un hombre de mala fe. Esta
conducta le lleva al hombre a vivir una existencia inauténtica.
—
Conductas de "buena fe". Frente a las conductas de huida de sí mismo,
de vida inauténtica, se alza otro tipo de conductas que Sartre las califica de
la "buena fe", que se manifiestan en la creación de valores, y a
través de ellos da sentido a su vida. Vivir en conciencia de libertad, creando
valores, es vivir una "existencia auténtica".
f) Los otros: "La
intersubjetividad"
A la conciencia humana que
"opera con objetos-cosas" Sartre añade la "inclusión de otras
conciencias, otros sujetos como yo. El descubrimiento de mi intimidad, me
descubre al mismo tiempo, al otro como una libertad puesta en frente a mi y que
no piensa y no quiere más que para mí o contra mí.
A este descubrimiento de
los otros, lo llama Sartre "La intersubjetividad" y será,
precisamente, en el mundo intersubjetivo, donde el hombre decida lo que él es y
lo que son los demás.
El hombre es un ser
en-el-mundo, y ser-en-el-mundo, es, entre otras maneras: "ser-entre" o "ser-con-otros" o
"ser-ante-otros", Pero entre todas estas maneras, Sartre tan sólo
contempla una: la del ser-ante-otros", en el sentido de
enfrentado-al-otro.
Sartre describe con un
ejemplo sencillo la experiencia en la que captamos la existencia del otro con
toda intensidad: "nos encontramos en un pasillo de un hotel, y nos
agachamos para mirar por la cerradura de una puerta lo que sucede en el
interior de la habitación. Si en ese momento nos sorprende, por ejemplo, un
empleado del hotel, experimentamos en nosotros un sentimiento inevitable de
vergüenza y rechazo. Hemos pasado de observadores a observados, de sujetos a
objeto". Pero la situación elegida como ejemplo no deja de tener un
significado profundo. La experiencia en que se me impone irrecusablemente la
presencia de otro, es una experiencia violenta, de conflicto. La presencia del
otro me resulta incómoda, recibo una mirada como una agresión.
¿Cómo
establecer unas relaciones intersubjetivas prometedoras sobre estos cimientos?
Para
Sartre el otro siempre es visto como un peligro y como una amenaza para mí.
Puedo someterme a él, en cuyo caso pierdo mi dignidad de sujeto y me convierto
en un "objeto" suyo; o puedo intentar someterlo, dando lugar a unas
relaciones de permanente hostilidad.
Las relaciones entre los
sujetos según él, quedan reducidas a dos formas: sadismo o masoquismo; dominar
o ser dominado. Así lo expresa gráficamente la fórmula de Sartre: "Los
demás son un infierno".
Sartre vivió
el ateísmo como una actitud espontánea y natural, y lo considera como la única
postura intelectual honrada.
La filosofía
tradicional entiende por Dios el ser que reúne los atributos: necesario y
causa de si mismo. Pero ambos atributos se contradicen, pues el único ser que
es "causa sui" es el ser-para-si, es decir, el hombre, que es
radicalmente contingente. La existencia se identifica, como acabamos de ver,
con la contingencia; por tanto, decir que "el ser necesario existe
equivale a decir que el ser necesario es contingente". Luego afirmar que
Dios existe es afirmar algo contradictorio, como: el círculo es cuadrado.
Sartre cree que los que
invocan la existencia de Dios actúan de mala fe (sean o no conscientes de
ello). Lo que buscan en el fondo es un pretexto para eludir el peso de la
propia responsabilidad que los abruma. Dios sería responsable de los valores,
el fundamento de una hipotética naturaleza humana y de unas normas morales eternas.
Esto puede servir de consuelo a muchos; pero si lo que se busca es la verdad,
nos encontramos con que estamos absolutamente solos: soy únicamente yo quien
tiene que decidir lo que es bueno y lo que es malo; y para tomar esta decisión
no tengo ninguna base en qué apoyarme.
Sartre considera el
existencialismo como la consecuencia lógica del ateísmo: "El
existencialismo no es más que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de
una posición atea coherente". Pero afirma también, de modo sorprendente,
que "aunque Dios existiera esto no cambiaría" porque el verdadero
problema no es el de Dios, sino el del hombre.
Marxismo-existencialismo
La filosofía
marxista no es fácilmente compaginable con los principios del existencialismo
que acabamos de esbozar. En las teorías marxistas, la realidad es anterior al
hombre y tiene sentido en sí misma, como la tienen también los procesos
históricos; pero Sartre afirma que el individuo es el único "donador de
sentido". Por otra parte, los cambios dialécticos tienen leyes propias y
dejan muy escaso margen para la libertad que para Sartre pretende ser absoluta.
Pero sobre todo el marxismo ha cristalizado en una serie de dogmas que lo hacen
inaceptable desde cualquier punto de vista crítico. Sartre reconoce esto último
cuando afirma que el marxismo de su tiempo sufre el anquilosamiento y necesita
ser revitalizado para recuperar la posición filosófica hegemónica que le
corresponde. Cree que el secreto de tal revitalización está en la síntesis
marxismo-existencialismo y a esta empresa dedica su extensa obra: Critica
de la razón dialéctica.
Esta obra no
fue aceptada por los marxistas ortodoxos, pero a él no le extrañó; demasiado acostumbrado
como estaba a ser un gran luchador independiente y solitario.
La razón de este rechazo está en que Sartre mantiene en lo fundamental las
teorías desarrolladas en su obra El ser y la nada. Hay,
por tanto, una evolución, pero no un cambio de rumbo en su pensamiento.
Sintetizamos
algunas ideas importantes de la Crítica de la razón dialéctica, en torno
a los siguientes puntos:
a) La
dialéctica
Sartre no se detiene en la
dialéctica de la naturaleza (materialismo dialéctico). No puede aceptar ningún
sentido en procesos que no implique de algún modo la actividad del hombre. El
puro mecanicismo le resulta incomprensible.
Otra cosa es la dialéctica
aplicada a la historia (materialismo histórico). Marx había afirmado que el
hombre se realiza a través del trabajo, es decir, a través de su actividad
frente a la naturaleza. Según él la dialéctica, en líneas generales, consiste
en que el hombre, transformando la naturaleza se transforma a sí mismo. Sartre
acepta básicamente la teoría, manteniendo siempre que la iniciativa corresponde
al sujeto. Es el hombre el protagonista de la historia.
Sobre esta base distingue dos ámbitos o campos de la dialéctica:
— La dialéctica del
individuo-naturaleza: la naturaleza cobra sentido por la actividad del sujeto
humano (presencia del sujeto: tesis existencialista). Es cierto que éste se
encuentra en "situación"; que está limitado por condicionamientos
históricos y sociales de diversa índole, pero no lo es menos que, por encima de
todos ellos, sigue conservando su plena autonomía.
Es importante desacatar
aquí el decisivo papel que desempeña su concepto "lo
práctico-inerte", es decir, la naturaleza transformada, elaborada por el
hombre. Llama "práctico-inerte" a todos los "productos"
obtenidos mediante la praxis, o actividad del sujeto humano: una fábrica un
libro, una obra de arte, son ejemplos de lo práctico-inerte: naturaleza
transformada.
Pues bien, decir que el
hombre está limitado por la sociedad o por la historia, equivale a decir que
está limitado por si mismo, puesto que una y otra son resultado de su actividad.
Y, en última instancia, el individuo siempre será libre para asumir o rechazar
estos condicionamientos.
— La dialéctica de los
individuos entre sí: en su actividad frente a la naturaleza los individuos se
consideran enemigos entre sí, como se ha explicado en la primera parte. Pueden
trabajar juntos en la misma fábrica, pero se miran como rivales: uno puede
arrebatar el puesto a otro. No tienen conciencia de pertenecer a una misma
clase social, de formar un "nosotros". La rivalidad a este nivel
tiene, además, otro origen inevitable "la escasez".
El concepto
de "escasez" tiene para Sartre el principal motor de la dialéctica y,
por lo tanto, de la historia. Los bienes que el hombre necesita en su vida, son
escasos. Y este hecho convierte a los demás en competidores y funda la
división de la sociedad en dos clases fundamentales: los que poseen los bienes
y los que carecen de ellos. La reunión de individuos en la que cada uno se
interesa exclusivamente por sí mismo, sin tener conciencia de "nosotros"
la llama Sartre "serie". Cuando estos individuos se dan cuenta de que
tienen unos intereses comunes y se sienten solidarios, en vez de enemigos, se
convierten en "grupo".
b) La serie y el grupo
El paso de la
serie al grupo se realiza por el advenimiento de la "conciencia de
clase". El proceso es el siguiente:
Tesis: "Los
individuos actúan sobre la naturaleza por separado" (serie). Antítesis:
"El resultado de esta actividad es lo práctico-inerte (los productos del
trabajo). Pero este práctico-inerte supone un riesgo para el hombre: la máquina
supone menor esfuerzo y más rendimiento, pero puede dejar en la miseria a
muchos obreros sin trabajo, la máquina puede convertir a su propietario en
explotador para el obrero.
Síntesis: La
situación que debe surgir de este conflicto es precisamente la unión de los
trabajadores, conscientes de que tienen unos intereses comunes, en un auténtico
grupo social, en el sentido marxista.
Hay que
resaltar que desde el primer momento, el motor de los cambios dialécticos no
está en la naturaleza, sino en la libre actividad del individuo humano. Usando
la terminología marxista, la serie sería la "clase en-sí" y el grupo
sería "la clase-para-si".
Otra
explicación de la aparición de la conciencia de clase seria análoga al descubrimiento
del otro, tal como la hemos descrito. Del mismo modo que el otro con su mirada
agresiva me hace sentir objeto; asi también, la agresión exploradora del
capitalismo burgués hace que los obreros se sientan unidos en la situación de
explotados y dominados. Desde esta perspectiva no podría haber
"conciencia de la humanidad" porque tendría que existir un ser
sobrehumano (Dios) que con su mirada dominadora la hiciera surgir. Pero si los
demás son un infierno. Dios seria el infierno infinito.
c) El poder político
Los
componentes del grupo al sentirse solidarios unen sus fuerzas contra el enemigo
común.
Pero, ¿qué
sucederá cuando obtengan la victoria? Si lo que une al grupo es la opresión
exterior, ¿qué sucederá cuando ésta haya desaparecido? Es lógico suponer que la cohesión si se mantiene, debe ser por motivos
externos. La cohesión, según Sartre, no puede mantenerse sin una organización
en la que están presentes la autoridad, la burocracia y las instituciones de
poder. Claro que entonces se corre el riesgo de que la individualidad pierda su
libertad, y los que manejan el poder impongan su voluntad a todos los demás.
Hay una frase de Sartre
que resume este proceso: "Las ideologías son libertad cuando se forman,
opresión cuando están formadas". En realidad esta situación se da en todos
los países del mundo. Sartre se mostró comprensivo durante algún tiempo hacia
los regímenes comunistas, pero terminó por repudiarlos, llegando a situarlos
al mismo nivel que la dictadura nazi.
Se puede decir que la
admiración de Sartre por el marxismo ocupó una larga etapa en su producción de
madurez, pero terminó en profunda decepción. Su inicial anarquismo queda
mitigado durante esta época, pero renace con toda intensidad en los últimos
años de su vida.
ACTIVIDADES A. De comprensión:
1. Define en el contexto del tema los
términos siguientes e identifica el filósofo que los emplea: interioridad,
ser-ahí, estar a la mano, existencia auténtica, desvelar el ser, ser-para-sí,
nada, mala fe, intersubjetividad.
2. Identifica y explica las características
del existencialismo.
3. ¿Qué es lo que provoca el
"salto" de un estadio a otro, según Kierkegaard? Explica por qué
4. Explica el significado que tiene en
Heidegger el término "cuidado" y a qué está referido.
5. ¿Cuál es el "viraje" que según
Heidegger hay que darle a la metafísica? Explica por qué.
6. ¿Por qué la técnica es el fundamento de la
metafísica, según Heidegger?
7. Sartre, al descubrir la conciencia, ¿a
cuál de los dos polos (sujeto-objeto) le da más importancia? ¿Por qué?
8. Enuncia las expresiones que usa Sartre al
referirse al hombre.
9. ¿Cómo define Sartre el objeto, y qué
calificativos le da?
10. Explica por qué Sartre es ateo.
B. De aplicación:
1. El término "conciencia" es
empleado por Heidegger y Sartre. ¿Qué semejanzas y qué diferencias encuentras
en ambos?
2. Explica el problema ecológico en el
pensamiento de Heidegger. ¿Qué aplicación le darías en la realidad colombiana?
3. El término "libertad" es uno de
los más importantes en la filosofía sartriana. ¿Qué aplicación le darías
referida a tu vida como estudiante?
4. El término "dialéctica" es
empleado por el marxismo y por Sartre. ¿Qué semejanzas y qué diferencias
encuentras en ambos?
5. Desde el concepto de "escasez"
empleado por Sartre, haz un pequeño ensayo aplicándolo a la sociedad en que
vives.