lunes, 8 de abril de 2013


                           VITALISMO
¿En qué consiste?
A mediados del siglo XIX, un conjunto de pensadores va a establecer una filoso­fía cuyo eje va a ser la "exaltación de lo vital y de lo afectivo", frente a un excesivo racionalismo propio del idealismo de Hegel o un excesivo mecanicismo propio del positivismo de Comte. Se trata de las "filosofías de la vida o vitalismo" que defienden el "irracionalismo y la afirmación de la vida como realidad radical del ser humano"
Aparecen estas filosofías vitalistas en un momento en el que el mundo cultural europeo se halla inmerso en concepciones mecanicistas y deterministas de la reali­dad. Las características principales del "vitalismo" son:
— La vida es la realidad primordial sobre la que debe reflexionar el filósofo.
— La vida no es una máquina, sino algo fluyente, libre, espontáneo.
— El hombre por encima de todo y antes que todo es vida, es decir, sentimiento, voluntad, instinto.
— Frente a lo estático, racionalista y material, se valoriza lo dinámico, interior, singular y vivencial.
Pero quizá podemos entender mejor la corriente vitalista a través del estudio de dos autores que, si bien sostienen ideas opuestas son considerados como vitalistas:

Nietzsche especialmente y Bergson.

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)

Vida
1844    Nace en Rócken, ciudad alemana cercana a Leipzig. Su padre y sus dos abuelos eran pastores protestantes.
1849       A la muerte de vanos de sus familiares, realiza sus estudios primarios en un ambiente religioso
1858-64 Recibe una sólida formación humanística basada en el estudio de los clá­sicos; tiene gran sensibilidad para la música.
1864      Estudia en la universidad de Bonn teología y filosofía clásicas. Se opone a ser pastor protestante.
1868    Conoce a Wagner, al que admira por su espíritu libre, y ve en él surgir los valores clásicos germánicos frente al cristianismo. Es nombrado catedrá­tico de Filosofía clásica en la universidad de Basilea (Suiza).
1870    Se enferma con grandes dolores de cabeza.
1873-76 Se separa de Wagner por la ópera "Parsifal". Se convierte en un solitario vagabundo. La mujer más influyente en su vida es su hermana, pero se enamora de Lou Salomé (finlandesa), que no se quiso casar con él.
1878-88 En estos años escribe sus más importantes obras.
1889    Ingresa en una clínica en Basilea, en la que le diagnostican reblandeci­miento cerebral y parálisis progresiva.
1900    Después de años de vida prácticamente vegetativa muere de apoplejía.

Trayectoria intelectual de Nietzsche
La tarea filosófica que se propone Nietzsche tiene una doble vertiente:
a) Una vertiente negativa, de crítica de los principales conceptos de la religión, la filosofía y la moral que tradicionalmente han servido para explicar el mun­do de la cultura occidental.
b) Una vertiente positiva, el intento de comprensión y explicación de la vida, como el trasfondo profundo de lo que todo surge. Pero para esta explicación, esta develación de la realidad oculta utiliza el método de genealogía, no la hace a través de una exposición sistemática de sus ideas, sino siguiendo el desarrollo de unos temas que van surgiendo a lo largo de su obra, entre los que sobresalen: "muerte de Dios", el "superhombre", la "voluntad de poder" y el "eterno retorno".
Por eso puede seguirse el hilo del proceso de elaboración progresiva de sus ideas de forma tal que cada una de sus ideas prefigura, en cierto modo, la siguiente, hasta llegar a la que él mismo considera una exposición completa de su pensamiento.
Nietzsche es un gran escritor, lo que facilita y hace especialmente interesante su lectura. Sin embargo, su estilo aforístico, de frases breves, está lleno de metáforas, en cierto modo de "máscaras", bajo las que se ocultan ideas cuyo sentido y alcance con frecuencia son difíciles de entender. Su obra se ha dividido en distintos períodos para explicar el desarrollo de su pensamiento.

Período romántico (1871-1878)
Es un periodo en que se encuentra bajo la influencia de Schopenhauer y Wagner, y también de la filosofía griega, de la que como filólogo, ha llegado a ser un profun­do conocedor. Hace una valoración muy positiva de los presocráticos, a los que lla­ma "filósofos trágicos" y en particular de Heráclito, mientras considera a Sócrates y a Platón como destructores del pensamiento trágico.
Este período comprende tres obras:
El nacimiento de la tragedia griega en el espíritu de la música (1871), escrita como homenaje a Wagner, a quien la dedica. Para Nietzsche, en este momen­to, la obra de Wagner tiene la misma categoría que la tragedia antigua. En esta obra compara la cultura griega presocrática y la posterior a Sócrates. Inicia su crítica de la filosofía socrática y platónica, a las que considera decadentes, al igual que la cultura alemana contemporánea, de la que sólo se salva la música de Wagner.
Sobre la verdad y mentira en sentido extramural (1873). En ella estudia el origen de los conceptos (genealogía) a partir de la pérdida de la capacidad metafórica del lenguaje, y el papel que éste desempeña como reflejo de necesidades profundas e inconscientes del hombre.

Consideraciones intempestivas (1873-74). Son cuatro consideraciones y en cada una de ellas aborda un tema:
- la primera la dedica a Strauss, en la que hace un ataque a la cultura ale­mana, a la que él considera muy satisfecha de sí misma. Tras la guerra de 1870 y el consiguiente éxito del Imperio Alemán, la cultural imperial le parece sin sentido.
 - la segunda hace una crítica al método histórico que ve como síntoma de decadencia cultural.
 - la tercera y cuarta, están dedicadas a Schopenhauer y Wagner. En ellas traza la imagen del "genio" como el centro esencial de una cultura futura. A través del genio se hace patente el fondo del mundo, de la vida
 Período positivista o ilustrado (1878-83)
En este período se aparta de la influencia de Schopenhauer y Wagner. despertan­do del sueño romántico de su veneración por los héroes. Este periodo es el más difícil de interpretar, pues parece que se da una inversión de las ideas sostenidas hasta entonces. Pero se trata más bien de una evolución de su pensamiento que en cierto modo prepara las etapas posteriores.
Si en el periodo anterior Nietzsche considera que la religión (entendida a la manera griega), la metafísica y el arte eran superiores a las ciencias como medios para llegar al fondo del ser del mundo, ahora condena a la metafísica, la religión y el arte.
La ciencia, como reflexión crítica, pasa a ser el modo de acceso a la realidad más profunda. Nietzsche usa la ciencia como critica, pues no se trata de la investigación de una parte de la realidad, sino de demostrar el carácter ilusorio de la metafísica, la religión, el arte y la moral. Emplea como método el análisis y la historia: el análi­sis entendido como disección crítica de un fenómeno aparentemente sencillo en su estructura compleja y en sus múltiples relaciones, y la historia, como medio para entender al hombre como resultado de procesos históricos.
Las obras de este periodo son:
Humano, demasiado humano (1878-79). En ella trata de demostrar que la experiencia y los conocimientos humanos pueden ser explicados sin necesidad de supuestos metafísicos o religiosos. El hombre ha colocado sobre su vida pesos in­mensos (inclinándose ante lo sobrehumano, adorando lo que él mismo ha creado) y se ha perdido como hombre, se ha hecho esclavo. Religión, metafísica y moral son formas de esta esclavitud a la que se ha sometido el hombre.
El descubrir el trasfondo "demasiado humano" de todo lo "ideal" puede dar lugar a una reconversión del hombre, a un cambio de actitud fundamental Aparece ya en esta obra el estilo aforístico que empleará en sus siguientes escritos.

Aurora. Pensamiento sobre prejuicios morales (1881). En ella realiza una primera crítica a la moral en términos próximos a los que utilizará en su último periodo
La gaya ciencia o gay saber (1882). Trata de la liberación del hombre de sus esclavitudes, desenmascarando las figuras de "santo", "artista", "sabio" y negando el sentido trascendente que pueden tener esas grandes ideas. Habla por primera vez del "eterno retorno" y de la "muerte de Dios"
En estas tres obras, Nietzsche plantea la liberación del hombre y lo hace a través de un método que utilizará en todas sus obras: la genealogía, con el cual trata de explicar el origen psicológico de los conceptos metafísicos, religiosos y morales con el fin de desenmascarar la mentira que ocultan.

Período de fundamentación filosófica (1883-85)

Es el período donde Nietzsche desarrolla las ideas más originales de su filosofía. De este período es la obra más importante:
 Así habló Zaratustra. Es su obra clásica, más poética, escrita además en tono profetice, como una nueva Biblia. Ha sido la obra más leída y quizá la peor interpre­tada. Desde el punto de vista de la forma es una obra difícil, pues usa muchas metáfo­ras como recurso fundamental, y no utiliza conceptos especulativos en la exposición de sus ideas, sino imágenes; la obra es algo intermedio entre la poesía y la filosofía.
Se trata de un conjunto de discursos unidos por una fábula, cuyo argumento es el siguiente: Zaratustra (profeta persa que practicó la moral del esclavo y se convierte) se retira a la montaña al cumplir los 30 años y allí vive en compañía de dos anima­les: el águila, que simboliza el orgullo, y la serpiente, que simboliza la inteligencia. Zaratustra alcanza con ellos la sabiduría y decide bajar a predicarla a los hombres.
A lo largo de su predicación va exponiendo sus ideas; cada parte de la obra contiene una idea central:
— en el prólogo describe al "superhombre", y al "último hombre".
— en la primera parte, trata "la muerte de Dios".
— en la segunda, la "voluntad de poder".
— en la tercera, que para él es la fundamental, "el eterno retorno".
Periodo crítico (1885-89)
Lo característico de este periodo es lo que llama la "filosofía del martillo" En él ataca duramente a la filosofía, la religión y la moral tradicionales, ya que considera necesaria la destrucción de éstas para abrir caminos al proyecto creador de la exis­tencia. Es necesario destruir al hombre tal como es para que pueda surgir el "super­hombre", el que conoce la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno.
El método que emplea es la "genealogía", el desenmascaramiento psicológico; descubre qué se oculta tras los valores más acentuados de la cultura occidental. Para Nietzsche, lo que consideran "objetividad" de los valores no es más que una proyección que realiza el hombre, pero que luego olvida. La vida humana es crea­ción de valores, pero con frecuencia esto se desconoce y se acepta lo que la vida misma ha creado como si viniera impuesto desde fuera. Así se admite la obligatorie­dad de la ley moral, de lo que resulta autoalienación del hombre.

Las obras de este periodo son las más críticas de todo el pensamiento de Nietzsche:
Más allá del bien y del mal (1886). En ella reitera la crítica a la filosofía, la religión y la moral y considera a los "filósofos" como a hombres dirigidos por pre­juicios morales, a los "religiosos" como neuróticos y a los "moralistas" como venga­tivos.
Genealogía de la moral (1887). Continúa los temas iniciados en Aurora y realiza una crítica de los valores tradicionales de la moral occidental.
Crepúsculo de los ídolos (1888). Critica todo lo que se ha llamado "verdad" porque en verdad es un ídolo. Sobre todo critica la verdad de los filósofos.
El Anticristo (1888). Ataca a la religión y en especial a la moral cristiana.

Ecce homo (1888). Analiza su propia obra. Es una especie de autobiografía.
La voluntad de poder. Se publicó después de su muerte. La considera como la obra más independiente de la humanidad. Sus editores fueron los encarga­dos de publicarla siguiendo los esbozos de Nietzsche. En ella aparecen las cuatro ideas fundamentales de la obra Así habló Zaratustra, representadas en cuatro libros:
- los dos primeros tratan de la "muerte de Dios".
- el tercero, trata de la voluntad de poder.
- el cuarto, del "superhombre" y "el eterno retorno".
En ella habla del "nihilismo" como la situación de nuestro tiempo, en el que se inicia el proceso de autosuperación de los ideales filosóficos, religiosos y morales que ha criticado en sus obras anteriores. Con las obras de este período, Nietzsche se propone eliminar el dogmatismo teórico de los valores, y hace ver cómo el hombre crea los valores. La transmutación de los valores supone una inversión del sistema de valores dominante que busca eliminar la autoalienación de la existencia, al mos­trar que detrás de todos los valores se encuentra la "vida", la vida como voluntad de poder que gira, en eterno retorno, en el círculo del tiempo.

La vida es, por tanto, el fundamento último de todos los valores; éstos sólo exis­ten en la medida en que la vida los dicta.

Los grandes temas de la filosofía de Nietzsche

Ya en el Nacimiento de la tragedia se esbozan temas fundamentales de la filoso­fía de Nietzsche. En ella describe:

- la "vida", como el fondo originario y profundo del que surge todo lo concreto, individual y cambiante.

- el "arte", como el mejor órgano para interpretarla, en lugar de la ciencia y la filosofía.

- la "intuición", como método de comprensión de la vida, contrapuesta a la razón.

La filosofía como visión trágica de la vida
Nietzsche inicia haciendo una descripción del desarrollo de la cultura griega, pero no utiliza conceptos (pues dejan escapar aspectos concretos y cambiantes de la vida) sino que utiliza metáforas:

a) Contraposición de lo "apolíneo y lo dionisiaco". Considera que la cultura griega había sido conducida por dos fuerzas estéticas (lo apolíneo y lo dionisiaco) que se combaten mutuamente pero que no pueden existir una sin la otra.
Estas fuerzas estéticas son:
— "Lo apolíneo", que representa el orden, la luz, la medida, la forma; es promo­vida por el dios Apolo.
— "Lo dionisiaco", que representa la vida, la embriaguez, la alegría desbordan­te de vivir, fuerza que rompe todas las barreras e ignora todas las limitacio­nes; es promovida por el dios Dionisio.
b) Juego trágico. El fenómeno de lo trágico ve la verdadera naturaleza de la realidad. Lo trágico es un principio cósmico- El mundo es un "juego trágico" (la lucha entre Apolo y Dionisio) y la tragedia es la llave que proporciona la compren­sión del mundo.

La visión trágica del mundo nos la presenta como una realidad en la que la vida y la muerte, el nacimiento y la decadencia se entrelazan; ambos son sólo aspectos de la vida. "El camino hacia arriba y el camino hacia abajo son uno y el mismo, "había dicho Heráclito.
¿Cómo se llega a captar la vida? Nietzsche dice que por medio de la "intuición". La "intuición" (entendida como una especie de adivinación, de mirada que penetra como un rayo en la esencia de las cosas) es el modo de captación de ese fondo oscuro y profundo que es la vida. La vida escapa a toda comprensión conceptual y sólo a través del arte se logra su expresión
Para Nietzsche la filosofía es arte, una sabiduría trágica, una mirada que penetra en la lucha originaria de los principios antagónicos de Dionisio y Apolo, visión de la batalla entre el fondo vital inferior, que engendra todo y que todo lo devora. Con la racionalidad socrática llega la decadencia de la cultura griega y de la auténtica filosofía y comienza la época de la razón y del hombre teórico. Con Sócrates, Grecia pierde su seguridad en el "instinto"
El "socratismo" es el fenómeno contrapuesto a lo "dionisiaco", por lo que signi­fica predominio de lo "lógico" de la racionalidad intelectual incapaz de captar la vida que fluye.

Teoría del conocimiento
En la obra "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral", Nietzsche expone su teoría del conocimiento al estudiar el papel que desempeña el intelecto humano y el papel del lenguaje en la formación de conceptos. Para él, el intelecto humano es un recurso de los "seres más infelices" que cumple la función de conservarlos en la existencia.
En un estado natural de las cosas, el individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto, la mayor parte de las veces, para "fingir". Pero al necesitar vivir en sociedad, y para evitar la guerra de todos contra todos, se "fija" lo que a partir de entonces ha de ser "verdad". Se inven­ta una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria (que es, por lo tanto, convencional) y surge así el contraste entre la verdad y la mentira. La verdad no depende de las cosas mismas sino del uso correcto de las convenciones del len­guaje. La mentira del intelecto consiste en hacer creer que se capta la vida a través de los conceptos.
Nietzsche se pregunta, ¿qué sucede con las convenciones del lenguaje si concuerdan las designaciones y las cosas? El mismo responde que con las palabras no se llega jamás a la verdad Las pala­bras designan puras metáforas de las cosas, aún en su designación individual. Se convierten en conceptos cuando adquieren un uso aplicable a una pluralidad de individuos, cuando dejan de referirse a la experiencia singular. Todo concepto se forma por equiparación de cosas no iguales abandonando las diferencias individua­les, cuando la naturaleza no conoce formas ni conceptos.

El concepto es, pues, el residuo de una metáfora y éstas a su vez son reflejos del hombre, pues de lo que se trata en el conocimiento es de hacer comprensible el mundo como cosa humanizada. El hombre crea los conceptos y luego se olvida (ol­vido inconsciente) de que es él mismo quien los ha creado.

Nietzsche contrapone este nombre "conceptual", que no puede conocer las cosas como son, al hombre "intuitivo" quien valiéndose de la intuición y gracias al arte. puede llegar a comprender la vida mejor que el científico Y termina afirmando que, allí donde el hombre intuitivo predomina, consigue configurar una cultura y esta­blecer el dominio del arte sobre la vida, mientras el hombre que se guía por el concepto y por abstracciones sólo consigue la desgracia.

Crítica de la cultura occidental
Nietzsche afirma que la cultura occidental está viciada desde sus orígenes, pues es una cultura que se opone a la vida, a los instintos, es una cultura empeñada en instaurar la racionalidad de la vida, por lo tanto, es una cultura decadente y dogmá­tica. A partir de estos supuestos, realiza una crítica despiadada de. lo que considera los pilares de la cultura occidental: "la filosofía", "la religión" y en especial "la moral".

 Critica a la filosofía (metafísica)
La filosofía tradicional considera el "ser" como algo estático, fijo, inmutable, abstracto. El "ser", el absoluto, el bien, lo verdadero, etc. desde su dimensión meta­física, son idénticos, y en consecuencia, no están sujetos al devenir. Nietzsche con­sidera que el "ser metafísico", es absurdo y sólo puede considerarse como un valor subjetivo y ficticio, que no es posible conocerlo ni demostrarlo.
El afirma: "que sólo el devenir es", es decir, el mundo delimitado por el espacio y por el tiempo, y que puede ser experimentado por los sentidos. De aquí que admire a Heráclito, del que dice: "el único filósofo que no ha falseado la verdad". El filósofo que inicia la "racionalidad" y suplanta a los instintos es Sócrates, pues con su ecuación: "razón = virtud = felicidad", se opone a la vida de los instin­tos.
Pero el filósofo que inicia la metafísica, según él, fue Platón, que con su "egipticismo" (seducido por los sacerdotes en su viaje a Egipto) introdujo el "moralismo" en filosofía, algo tan extraño a la esencia griega. Platón fue el inicia­dor de una interpretación moral del "ser" (recuérdese que la Idea suprema es para Platón la Idea del Bien) y con ella sustituye la interpretación que del mundo se hacían los presocráticos, que estaban más cerca de la realidad.
Nietzsche critica a la filosofía (metafísica) porque:
- hace una minusvaloración de lo cambiante, del devenir, rechaza el mundo real espacio-temporal, y desprestigia el conocimiento sensible.
- se guía por conceptos superiores y generales (metafísicos) que son vacíos.
Considera que a la filosofía tradicional hay que darle la vuelta, pues en vez de partir de conceptos metafísicos, debe partir del único mundo real que existe, que fluye, que cambia, que deviene y del conocimiento sensible. También critica los aspectos mecanicistas y positivistas de la ciencia, porque la ciencia no interpreta fielmente la realidad. Las cosas no se comportan regularmente de acuerdo a una ley, sino que fluyen sin obediencia a algo impuesto.

Crítica a la religión
Nietzsche aplica a la religión una crítica similar a la realizada con la filosofía. Rechaza cualquier pretensión de verdad en ella. En este sentido dice: "Toda reli­gión ha nacido de las angustias y de las necesidades, de la impotencia que siente el hombre en sí mismo; se ha deslizado en la existencia a través de los errados caminos de la razón". Concretamente el "cristianismo" ha invertido los valores religiosos de Grecia y Roma, que eran valores de vida, y los ha suplantado por valores como obediencia, sacrificio y humildad.
En su obra El Anticristo es donde ataca a la religión con más fuerza. El cristia­nismo es la manifestación más fuerte que se ha dado en la historia universal del "extravío de los instintos". Es un platonismo para el pueblo. Subraya el carácter pesimista de la religión cristiana, "El cristianismo es la veni­da del pesimismo... de los débiles, de los inferiores, de los tristes y de los oprimi­dos". Con sus prescripciones tales como la soledad, el ayuno, y la abstinencia sexual, conlleva no sólo a una enfermedad de la vida (neurosis) sino también a un predomi­nio de valores vulgares.

• Crítica a la moral
La crítica más profunda de Nietzsche a la cultura occidental es la critica a los valores morales. Las manifestaciones filosóficas, científicas, y religiosas de una ci­vilización son, en último término, manifestaciones de un sistema de valores. La preocupación moral, es sin duda, la principal en su filosofía. En su obra: Más allá del bien y del mal, analiza el origen de la moral entre los griegos y la transfor­mación que los conceptos morales sufren a partir de Sócrates y de Platón
Los primeros griegos practicaban la "virtud" (equivalente a fuerza, nobleza y poder); a partir de Sócrates la virtud se convierte en "renuncia" a los placeres, las pasiones, las ambiciones; el único bien que admiten es la "sabiduría". El "resentimiento", es decir, la "reacción" (típico de los sacerdotes), es el gene­rador de los nuevos valores del esclavo; ajeno al mundo griego, surge en el judaísmo y se instaura en el cristianismo.
La moral tradicional es antinatural y "ha sido distinguida con los máximos ho­nores, quedando supeditada sobre la humanidad como ley, como imperativo categó­rico. Esta moral pretende que el hombre sea bueno, modesto, diligente, bien intencio­nado y moderado. Pero esto es su conversión en el esclavo ideal, el esclavo del futuro.

La moral tradicional, y más concretamente la moral cristiana, aboga por un mundo situado en el más allá e identificado con el mundo de las ideas absolutas de Platón. "Resultado": este mundo no vale nada y debe existir otro mundo verdadero. Es una constante histórica que el triunfo de: "un ideal moral se logra por los mismos medios inmorales que cualquier otro triunfo: la violencia, la mentira, la difamación y la injusticia"

La práctica de la moral tradicional provoca una alienación de la personalidad. Se proyecta en el ser perfecto, que es Dios, el ejercicio de lo valioso, y reduce al hombre en la práctica de lo vulgar. Nietzsche distingue dos tipos de moral: moral de los señores y moral de los esclavos.
— La "moral de los señores" es una moral activa y creadora, que implanta valo­res determinados por el que tiene "voluntad de poder" Es una moral propia de los espíritus elevados, de los que aman la vida. el poder, la grandeza, el placer. Es propia del "superhombre"
En este tipo de moral es despreciado el cobarde, el miedoso, el mezquino, el utilitarista, el desconfiado, el que se rebaja a si mismo, el que se deja maltratar, el adulador, el mentiroso. ... El que se rige por la "moral de los señores" es el hombre que se siente a sí mismo como determinador de valores y defiende la autoglorificación. Nietzsche lo llama "aristócrata".

— La "moral de los esclavos" se caracteriza por el instinto de venganza, de resentimiento a toda forma de vida que sea superior, la mirada del esclavo no ve con buenos ojos las virtudes del poderoso. El escepticismo, la desconfianza y la no crea­ción de valores, serán sus características. Esta moral pretende nivelar e igualar a todos los hombres, mediante la comprensión, la paciencia, la diligencia, la humil­dad, la amabilidad, etc.
Establecida la distinción entre la moral de los señores y la moral de esclavo, Nietzsche va a considerar la historia de la cultura occidental como un creciente ascenso de los valores plebeyos (moral de esclavos) que culminará en los movimien­tos sociales de emancipación que se inician en la Revolución Francesa (movimien­tos democráticos, socialismos, anarquismos) concepción que facilitó la utilización política que de su filosofía hizo el "nacismo".
Pero la crítica más radical de la moral la hizo en su obra: "Genealogía de la moral" en la que adelanta una teoría de la "génesis" de la conciencia moral en la línea que luego desarrollará Freud. La conciencia moral es un instinto de crueldad refrenado en su desahogo hacia fuera y que por ello se ha vuelto hacia dentro. La crueldad forma parte de la esencia del hombre, pero el instinto de crueldad se ha domesticado, se ha reprimido en los pueblos moralizados, por ello pasa a ser un trasfondo oculto de la cultura humana. Para él la interioridad (la conciencia) es el resultado de la inhibición de los instintos.

El nihilismo
Podemos resumir las criticas anteriores diciendo que frente a los antiguos valo­res griegos que expresaron la vida misma, en la cultura occidental sólo ha quedado lugar para ideas conceptualizadas, alejadas de todo lo que podemos sentir como vida; nos hemos quedado con palabras vacías de contenido. Esta decadencia de los valores griegos, de los auténticos valores de la vida, esta pérdida de sentido de la existencia es lo que Nietzsche llama "nihilismo".
Podemos decir con Hans Küng que el nihilismo es, según Nietzsche, "el conven­cimiento de la inanidad, la incoherencia, el sinsentido y el sin valor, de la realidad". El "nihilismo", por tanto, es la consecuencia propia de la "ausencia de valores". Por la vía del conocimiento también se puede caer en el "nihilismo", mantenien­do como "verdad" lo que es fuente de la "racionalización". Así pues, términos como "Dios, más allá, vida verdadera, salvación, bienaventuranza", son sinónimos de "nada".

Conclusión

Hasta aquí, hemos visto la vertiente "negativa" o crítica de los principales con­ceptos de la filosofía, religión y la moral que tradicionalmente han vivido para ex­plicar el mundo de la cultura occidental. Pero esta parte negativa exige "dialécticamente" una parte "positiva": es negar para afirmar, destruir para crear, aniquilar para producir. Sólo un cambio de valo­res, que afirmen la vida, permitirá la superación del "nihilismo", de esta negación de la vida, que han llevado a cabo los filósofos, la religión y la moral e incluso la ciencia.
La nueva civilización
En esta segunda parte de su obra, Nietzsche va a plantear, a través de temas como: la "muerte de Dios", el "superhombre", la "voluntad de poder", el "eterno retorno", la superación de este "nihilismo".
La muerte de Dios
Con el término "muerte de Dios" se hace alusión al creciente abandono de la visión religiosa cristiana del mundo que se venía dando en la cultura europea a partir del Renacimiento y que sigue a través del empirismo inglés, ilustración y posteriormente lo que se llamó "proceso de secularización de la cultura europea". Este abandono se fue manifestando en una sustitución progresiva de la idea su­prema de Dios como sentido del mundo, respaldo de la autoridad establecida, ga­rante del orden social, etc., por otras ideas como la "razón, progreso, religión natu­ral, etc."
Nietzsche pretende apurar las consecuencias de la significación histórica de la muerte de Dios, en relación sobre todo con el comportamiento del hombre. Dios significa para él una forma determinada de concebir la realidad (una determinada ontología) y, a la vez, una determinada moral que es hostil a lo que se llama "el sentido de la tierra". La idea de Dios es para él "el vampiro de la vida". ¿No habéis oído hablar de ese hombre loco, que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar: Busco a Dios, busco a Dios? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó hilaridad. -Qué ¿se ha perdido Dios?, decía uno. -¿Se ha perdido como un niño pequeño?, preguntaba otro. -¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado? Así gritaban y reían en confusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. ¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir, les gritó. ¡Nosotros le hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos!
F. NIETZSCHE: El gay saber. Parágrafo 125. El hombre loco.

La muerte de Dios es para Nietzsche el más grande de los últimos acontecimien­tos. Significa una crítica radical a la religión, a la moral y a la metafísica, es decir, la destrucción de los valores absolutos. El lugar de Dios lo ocupará la vida y el "superhombre" será el creador de los nuevos valores. La "muerte de Dios" es el tema central de la primera parte de "Así habló Zaratustra", que comienza con un discurso de las tres transformaciones.
Según él, la transformación del hombre en superhombre pasa por tres cambios sucesivos:
a) "El espíritu se convierte en camello": el camello, junto con el asno, es el animal del desierto que transporta grandes cargas y obedece a su amo sin quejarse. El camello simboliza al hombre que se inclina ante la omnipotencia de Dios, y ante la ley moral, arrastrando así grandes pesos.
b) "El camello se convierte en león": el hombre-camello cansado por el peso de la carga (valores establecidos) se revela contra su amo y lo derriba (destruye los valores establecidos). Entonces se convierte el hombre en león, fiera (cri­tico de si mismo) que impone a través de la fuerza (voluntad) las condiciones para la producción de un nuevo hombre (superhombre).
c) "El león se convierte en niño": a medida que va quitando las cargas es capaz de crear, de proyectar nuevos valores, esencia originaria y auténtica libertad, a la que Nietzsche alude una vez más en la metáfora del "juego".

La muerte de Dios abre dos posibilidades al ser humano:
— un empobrecimiento del hombre en un ateísmo superficial y un desenfreno no moral, (esto es lo que significa, con la imagen del "último hombre,
— o la proyección consciente de nuevos ideales creados por el "superhombre".

El superhombre
A partir de la transformación en niño es cuando empieza a surgir el "superhom­bre". El niño, inicio del superhombre, sólo se preocupa de la vida, sin trabas de ninguna naturaleza. Valora la vida corporal, la salud, el placer, las pasiones, la violencia, la victoria, el éxito. Es fiel a lo terreno, a lo que pisa, es el más acá lo que le preocupa hasta que lo viva con toda intensidad. A través del niño se manifiesta la vida.
En el prólogo de Así habló Zaratustra presenta la figura del "superhombre", como ser que conoce la muerte de Dios y que renuncia a los sueños ultramundanos para volverse a la tierra. Zaratustra en su descenso de la montaña se encuentra primero con un "eremita" que no ha oído hablar de la muerte de Dios. Llega a la ciudad y en el mercado intenta hablar al público, pero el fracaso es total pues se burlan de él. Comprende entonces que hablar a todos es no hablar a nadie y, después de enterrar al "volatine­ro" que se estrella mientras divierte al público, regresa a la montaña y decide hablar sólo a aquellos que tengan todavía "oídos para oír cosas inauditas".
El "superhombre" no ha existido aún (lo hemos visto en la predicación de Zaratustra); se trata de preparar el mundo para la venida del "superhombre". El superhombre es la meta del hombre y se presenta como una decisión de los más fuertes, de los más lúcidos, que son los que han de preparar su venida. Nietzsche en sus obras muestra diversas prefiguras del superhombre:

    "El genio": es el hombre caracterizado por la sabiduría, que posee una visión cósmica, que constituye su destino. A este "genio" no se le puede comprender desde perspectivas meramente humanas; su característica principal es la "gran­deza", ya que consiste en estar abierto al "juego dionisíaco" y expresarlo con la palabra, con la figura y la música.

    El "genio" es el instrumento a través del cual se manifiesta el fondo creador de la vida: es el "artista", por eso el arte, la creación artística, es el reflejo de la vida. (Ya vimos que identificó en un primer momento a Wagner con la figura del genio),

 "El espíritu libre": junto a la figura del genio sitúa también al "sabio", al científico, como prefiguras del superhombre. Al sabio lo identifica con el "espíritu libre" y sus características son la audacia y el afán experimentador.

Este afán abarca al sujeto, al mundo y a Dios. No respeta nada y es capaz de desenmascarar lo que se oculta tras el "ideal". El "espíritu libre" lo es, no porque viva de acuerdo con el conocimiento científico, sino porque utiliza la ciencia como medio para liberarse de las esclavitudes de la existencia: los ideales, la religión, la metafísica y la moral. Se descubre a sí mismo como el que dicta los valores. Adquiere la posibilidad de proyectar nuevos valores y de invertir los existentes.

La voluntad de poder
Es la idea básica de la segunda parte de "Así habló Zaratustra". Es en el capítulo titulado "De la superación de sí mismo" donde define más claramente lo que entien­de por "voluntad de poder": "la lucha de la vida que tiene que superarse a sí misma continuamente, que determina todo lo existente". La vida es la lucha constante y antagónica de lo existente individual contra todo lo demás.
Dice Hans Küng: "Por todas partes se trasluce aquí claramente el padrinazgo de Darwin: la fuerza (el poder) de la vida y su evolución; la lucha por la existencia en la que sólo sobreviven los más fuertes, elección y selección de los más capacitados". La voluntad de poder lleva a Nietzsche hacia el tema del "tiempo", pues toda voluntad de poder termina al chocar con la inmutabilidad del tiempo ya transcurri­do. La voluntad de poder podría referirse al presente y al futuro, pero no al pasado, y sin embargo, ¿no podría esta voluntad abarcarlo también? Surge así el tema del tiempo y la idea del "eterno retorno".

El eterno retorno
Se trata del problema de la relación de la voluntad de poder con el tiempo: pre­sente, pasado y futuro. Nietzsche considera que la idea del "eterno retorno de lo mismo" era su pensa­miento más profundo; sin embargo, es uno de los temas menos elaborados, desde el punto de vista teórico. Cuando se admitía la idea de Dios se consideraba que de El manaba el tiempo y a El volvía. Las cosas perecederas y caducas eran barridas por el tiempo y sólo se escapaba lo espiritual, que retornaba a su verdadera patria eterna (en Platón, al mundo de las Ideas). Todo aquello que no puede escapar al tiempo debe desaparecer.
Cuando la ilustración rechaza la idea de un Dios providente, que interviene en el mundo, se sigue admitiendo la diferencia entre lo temporal y lo eterno. Así Hegel considera que la individualidad finita debe pagar el tributo de su muerte a lo infini­to y universal. Lo que Nietzsche pretende es precisamente recobrar la "eternidad" para lo inma­nente, anulando la dicotomía de los dos mundos y recuperando así el sentido de la tierra. Trata de negar la condición perecedera de lo real. Lo que realmente es, es el "instante" que se desvanece y esto es lo que hay que amar. Para que pueda haber creación (y este es el designio de la voluntad de poder) tiene que haber destrucción.
Parece ser que la voluntad de poder es capaz de crear el futuro, el tiempo "hacia adelante". Pero ¿y el tiempo pasado9 En una concepción lineal del tiempo, el pasado es irreversible y no puede rectificarse, pero ¿y si la voluntad de poder quisiera ir hacia atrás? Responde: "Acaso el adelante y el atrás del tiempo sea una ilusión, que la voluntad de poder puede hacer desaparecer. Quizá todo esté por delante y a la vez todo hubiese ocurrido. Parece que el eterno sino del morir y volver a existir se repite eternamente para todos.

Según esto, su pensamiento, es que esta vida hay que vivirla infinitas veces con cada dolor y cada alegría. Pero Nietzsche añade que "la repetición de lo mismo es desesperante para el que no ama la vida, entonces vuelve sobre la idea del "instante". Es el superhombre el que puede llegar a comprender que ningún "instante" tiene justificación más allá de si mismo y que, además, en el "instante feliz" está la justificación del pasado y de lo futuro. En ese instante se anuda el tiempo. Esto no todos los hombres son capaces de comprenderlo y sobre todo de aceptar­lo; pues se trata de aceptar todo el contenido (tanto lo bueno como lo malo) del mundo una y mil veces.
Pero llegará el día que el mundo de Zaratustra será entendido y aceptado por todos los hombres, incluido el más sometido, el más esclavo, pues habrá roto las cadenas y amará la vida e incluso deseará revivirla.

 ACTIVIDADES

A.   De comprensión:
1. Di qué significado tienen en el contexto del tema y qué autor utiliza los tér­minos que siguen a continuación: vivencia, apolíneo, socratismo, genealo­gía, intuición, nihilismo.
2. Menciona una obra importante de cada período de Nietzsche y explica de qué trata.
3. ¿Qué expresa Nietzsche con la metáfora "lo apolíneo y lo dionisíaco"?
4. En la crítica que hace Nietzsche a la filosofía, ¿qué es lo que niega y qué es lo que afirma? .
5. En la crítica que hace Nietzsche a la religión, ¿qué es lo que niega y qué es lo que afirma?
6. Según Nietzsche, ¿qué valores hay que rechazar y qué valores hay que exal­tar?
7. Explica los cambios sucesivos que se realizan en el hombre para llegar al inicio del superhombre.
8. ¿Cómo entiende el tiempo Nietzsche?
9. ¿Qué significado tiene el nihilismo en el pensamiento de Nietzsche?
10. ¿Qué diferencias hay entre la moral de los señores y la moral de los esclavos?
11. Compara los tres símbolos del hombre del futuro, que utiliza Nietzsche: ge­nio, espíritu libre y superhombre.

C. Análisis de textos
Texto I

En todos los tiempos los sapientísimos han juzgado igual sobre la vida: no vale nada... Siempre y en todas partes se ha oído de su boca el mismo tono. -un tono lleno de duda,  lleno de melancolía, lleno de cansancio de la vida, lleno de oposición a la vida-. Incluso Sócrates dijo al morir: "vivir significa estar enfermo durante largo tiempo: debo un gallo a Asclepio salvador". Sócrates estaba harto...

...Cuando se tiene necesidad de hacer de la razón un tirano, como hizo Sócrates, por fuerza se da un peligro no pequeño de que otra cosa distinta haga de tirano. Entonces se adivinó que la racionalidad era la salvadora, ni Sócrates ni sus "enfermos" eran libres de ser racionales, -era de rigueur [derigor], era su último remedio. El fanatismo con que la reflexión griega entera se lanza a la racionalidad delata una situación apurada: se estaba en peligro. se tenía una sola elección: o bien perecer o bien ser absurdamente raciona­les... El moralismo de los filósofos griegos a partir de Platón tiene unos condicionamientos patológicos; y lo mismo su aprecio de la dialéctica: Ra­zón = virtud = felicidad significa simplemente: hay que imitar a Sócrates e implantar de manera permanente, contra los apetitos oscuros, una luz, diur­na, la luz diurna de la razón. Hay que ser inteligentes, claros, lúcidos a cual­quier precio: toda concesión a los instintos, a lo inconsciente, conduce hacia abajo...

F. NIETZSCHE: Crepúsculo de los ídolos. El problema de Sócrates, párrafos 1 y 10

Contesta a las siguientes preguntas:
1. Resume el contenido del texto e indica el tema central
2. Explica el significado de los términos: vida, razón, luz diurna, instinto
3. ¿Qué papel juega la razón según el texto?
4. ¿Qué significado tiene la vida según el texto?

Texto II
Todos los instintos que no se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro; esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su "alma". Todo el mundo interior, originariamente delgado, como enconado entre dos pieles, fue sepa­rándose y creciendo, fue adquiriendo profundidad, anchura, altura, en la me­dida en que el desahogo del hombre hacia fuera fue quedando inhibido. Aque­llos terribles bastiones con que la organización estatal se protegía contra los viejos instintos de la libertad -las penas sobre todo cuentan entre tales bas­tiones- hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre, vaga­bundo, diesen vuelta atrás, se volviesen contra el hombre mismo. La ene­mistad. la crueldad, el placer en la persecución, en la agresión, en el cambio, en la destrucción; todo esto vuelto contra el poseedor de tales instintos: ese es el origen de la "mala conciencia". El hombre que. falto de enemigos y resistencias exteriores, encajonado en una opresora estrechez y regularidad de las costumbres, se desgarraba, se perseguía, se mordía, se roía,  se sobre­saltaba, se maltrataba impacientemente a si mismo, este animal al que se quiere "domesticar" y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo, devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una cámara de suplicios, una selva insegura y peligrosa -este loco, este prisionero añorante y desesperado fue el inventor de la "mala conciencia"

F NIETZSCHE: Genealogía de la moral, págs. 96-97

Responde a las siguientes preguntas:
1. Resume el contenido del texto.
2. Explica el significado que en el texto tienen los términos: interiorización, in­hibido, instintos, mala conciencia, domesticar.
3. Analiza las ideas fundamentales del texto y explícalas en el contexto del pen­samiento de Nietzsche y en particular desde el punto de vista de su crítica a la moral.
4. ¿Qué otros autores han tratado el tema de la conciencia y de la mala concien­cia? ¿Podrías establecer alguna comparación?

 

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