De acuerdo a los textos:
1. Realice un comentario a modo de ensayo sobre cada texto
2. Según el texto ¿por qué la comunicación aísla?
3. ¿Cómo se define una sociedad de masas?
4. ¿Cuál es el papel de la propaganda en la sociedad?
Sociedad de Masas y Comunicación / Tres textos
MAX HORKHEIMER Y THEODOR ADORNO
MAX HORKHEIMER Y THEODOR ADORNO
Los tres textos fueron publicados en el libro DIALÉCTICA DEL ILUMINISMO,
Max Horkheimer, Theodor W. Adorno (Editorial SUR, BUENOS AIRES1970)
* Aislamiento por comunicación
La afirmación de que el medio de
comunicación aísla no es válida sólo en el campo espiritual. No sólo el
lenguaje mentiroso del anunciador de la radio se fija en el cerebro como imagen
de la lengua e impide a los hombres hablar entre sí; no sólo la réclame de
la Pepsi-Cola sofoca la de la destrucción de continentes enteros; no sólo el
modelo espectral de los héroes cinematográficos aletea frente al abrazo de los
adolescentes y hasta ante el adulterio. El progreso separa literalmente a los
hombres. Los tabiques y subdivisiones en oficinas y bancos permitían al
empleado charlar con el colega y hacerlo partícipe de modestos secretos; las
paredes de vidrio de las oficinas modernas, las salas enormes en las que innumerables
empleados están juntos y son vigilados fácilmente por el público y por los
jefes no consienten ya conversaciones o idilios privados. Ahora incluso en las
oficinas el contribuyente está garantizado contra toda pérdida de tiempo por
parte de los asalariados. Los trabajadores de hallan aislados dentro de lo
colectivo. Pero el medio de comunicación separa a los hombres también
físicamente. El auto ha tomado el lugar del tren. El coche privado reduce los
conocimientos que se pueden hacer en un viaje al de los sospechosos que
intentan hacerse llevar gratis. Los hombres viajan sobre círculos de goma
rígidamente aislados los unos de los otros. En compensación, en cada automóvil
familiar se habla sólo de aquello que se discute en todos los demás de la
misma índole: el diálogo en la célula familiar se halla regulado por los
intereses prácticos. Y como cada familia con un determinado ingreso invierte lo
mismo en alojamiento, cine, cigarrillos, tal como lo quiere la estadística, así
los temas se hallan tipificados de acuerdo con las distintas clases de
automóviles. Cuando en los weekends o en los viajes se encuentran
en los hoteles, cuyos menús y cuartos son –dentro de precios
iguales- perfectamente idénticos, los visitantes descubren que, a través del
creciente aislamiento, han llegado a asemejarse cada vez más. La comunicación
procede a igualar a los hombres aislándolos.
* Sociedad de masas
A la civilización de los divos pertenece, como complemento de la
celebridad, el mecanismo social que iguala todo lo que sobresale de cualquier
forma: ambos constituyen los modelos de la confección en escala mundial y de
las tijeras de la justicia jurídica y económica, que eliminan hasta las últimas
saliencias.
La tesis de que al nivelamiento y a la igualación de los hombres se opone, por otro lado, un refuerzo de la individualidad en las llamadas personalidades dominantes, en relación con el poder de éstas, es errónea y a su vez forma parte de la ideología. Los amos fascistas de hoy no son superhombres sino funciones de su propio aparato publicitario, puntos de entrecruzamiento de las mismas reacciones de millones. Si en la psicología de las masas contemporáneas el jefe no representa tanto el padre como la proyección colectiva y desmesuradamente dilatada del yo impotente de cada individuo, las personas de los amos corresponden efectivamente a tal modelo. No es por azar que tienen aire de peluqueros, actores de provincia o periodistas de ocasión. Parte de su influencia moral deriva justamente del hecho de que ellos, impotentes en sí mismo y similares a cualquier otro, encarnan –en sustitución y en representación de todos- la entera plenitud del poder, sin ser por ello nada más que los espacios vacíos en lo que el poder ha venido a posarse. No es tanto que sean inmunes a la ruina de la individualidad, sino más bien que la individualidad en ruina triunfa en ellos y se ve de alguna forma recompensada por su disolución. Los jefes se han convertido completamente en lo que siempre fueron un poco durante toda la época burguesa: actores que recitan el papel de jefes. La distancia entre la individualidad de Bismarck y la de Hitler no es inferior a la que existe entre la prosa de Pensamientos y recuerdos y la jerga ilegible de Mi lucha. En la lucha contra el fascismo no es tarea sin importancia la de reducir las imágenes hinchadas de los jefes a medida de su nulidad. Por lo menos en la semejanza entre el peluquero judío y el dictador el film de Chaplin ha tocado algo esencial.
La tesis de que al nivelamiento y a la igualación de los hombres se opone, por otro lado, un refuerzo de la individualidad en las llamadas personalidades dominantes, en relación con el poder de éstas, es errónea y a su vez forma parte de la ideología. Los amos fascistas de hoy no son superhombres sino funciones de su propio aparato publicitario, puntos de entrecruzamiento de las mismas reacciones de millones. Si en la psicología de las masas contemporáneas el jefe no representa tanto el padre como la proyección colectiva y desmesuradamente dilatada del yo impotente de cada individuo, las personas de los amos corresponden efectivamente a tal modelo. No es por azar que tienen aire de peluqueros, actores de provincia o periodistas de ocasión. Parte de su influencia moral deriva justamente del hecho de que ellos, impotentes en sí mismo y similares a cualquier otro, encarnan –en sustitución y en representación de todos- la entera plenitud del poder, sin ser por ello nada más que los espacios vacíos en lo que el poder ha venido a posarse. No es tanto que sean inmunes a la ruina de la individualidad, sino más bien que la individualidad en ruina triunfa en ellos y se ve de alguna forma recompensada por su disolución. Los jefes se han convertido completamente en lo que siempre fueron un poco durante toda la época burguesa: actores que recitan el papel de jefes. La distancia entre la individualidad de Bismarck y la de Hitler no es inferior a la que existe entre la prosa de Pensamientos y recuerdos y la jerga ilegible de Mi lucha. En la lucha contra el fascismo no es tarea sin importancia la de reducir las imágenes hinchadas de los jefes a medida de su nulidad. Por lo menos en la semejanza entre el peluquero judío y el dictador el film de Chaplin ha tocado algo esencial.
Propaganda para cambiar el mundo: ¡qué tontería! La propaganda hace de
la lengua un instrumento, una máquina. Fija la constitución de los hombres tal
como se han vuelto bajo la injusticia social en el momento mismo en que los
pone en movimiento. La propaganda cuenta con poder contar con ellos. En lo
íntimo cada cual sabe que a través del medio él mismo se convierte en medio,
como en la fábrica. La ira que advierten sí cuando siguen a la propaganda es la
antigua rabia contra el yugo, reforzada por la sensación de que la salida
indicada por la propaganda es falsa. La propaganda manipula a los hombres; al
gritar libertad se contradice a sí misma. La falsedad es inseparable de la
propaganda. Los jefes y los hombres gregarios se reencuentran en la comunidad
de la mentira a través de la propaganda, aun cuando los contenidos sean justos.
Para la propaganda, incluso la verdad se convierte en un simple medio más para conquistar adherentes; la propaganda altera la verdad en el acto mismo de formularla. Por ello, la verdadera resistencia ignora la propaganda. La propaganda es antihumana. Da por descontado que el principio según el cual la política debe nacer de una comprensión común no es más que una forma verbal.
Para la propaganda, incluso la verdad se convierte en un simple medio más para conquistar adherentes; la propaganda altera la verdad en el acto mismo de formularla. Por ello, la verdadera resistencia ignora la propaganda. La propaganda es antihumana. Da por descontado que el principio según el cual la política debe nacer de una comprensión común no es más que una forma verbal.
En una sociedad que fija prudentemente límites a la superabundancia que
la amenaza, todo lo que nos es recomendado por otros merece desconfianza. La
advertencia contra la publicidad comercial, en el sentido de que ninguna firma
da nada por nada, vale en todos los campos, y tras la moderna fusión de los
negocios y la política, vale sobre todo respecto a la propaganda política. La
intensidad del battagees inversamente proporcional a la calidad. La
fábrica Volkswagen depende de la publicidad mucho más que una Rolls Royce. Los
intereses de la industria y de los consumidores no coinciden ni siquiera cuando
aquélla busca seriamente ofrecer algo. Incluso la propaganda de la libertad
puede engendrar confusión, puesto que debe anular la diferencia entre la teoría
y la peculiaridad de los intereses de aquellos a quienes se dirige. Los líderes
obreros asesinados en Alemania se vieron defraudados por el fascismo, incluso
respecto a la verdad de su propia acción. Si el intelectual es torturado hasta
la muerte en el Lager, los obreros afuera no deben estar
necesariamente peor. El fascismo no era la misma cosa para Ossietzky y para el
proletariado. La propaganda los engañó a ambos.
Sospechosa, realmente, no es la descripción de la realidad como
infierno, sino la exhortación igualizada a salir de él. Si el discurso debe hoy
dirigirse a alguien no es a las llamadas masas ni al individuo, que es
impotente, sino más bien a un testigo imaginario, a quien se lo dejamos en
herencia para que no desaparezca por entero con nosotros.