LA FILOSOFIA EN
COLOMBIA
En el presente artículo hablaremos sobre la
filosofía Colombiana, cuáles han sido sus características y referencias y sus
principales exponentes, el contexto en el que se trabajara será del siglo XX en
adelante.
Hasta principios del siglo XX en Colombia la razón
se vio sometida a la fe, la iglesia controlaba toda la educación, la enseñanza
de la filosofía se reducía al estudio del Tomismo, el pensamiento de los
grandes filósofos europeos se veía como algo ridículo. En 1930 llegado el
partido liberal al poder se empiezan las exigencias de cambio para sacar el
país del atraso; los hechos que contribuyeron a que la filosofía en Colombia
adquiriera autonomía fueron:
Una reforma a la educación basada en quitarle el
control a la iglesia y que el estado asumiera su administración. Se trató de
dar un nuevo enfoque en la educación superior impulsando el pensamiento
crítico e investigativo a través del uso de bibliotecas y laboratorios,
implementando la interdisciplinariedad de áreas científicas y filosóficas del
mundo contemporáneo.
Los acontecimientos mundiales como la guerra civil
española y la segunda guerra mundial generaron cuestionamientos que se
unieron con los argumentos que se establecieron para generar una reforma,
gracias a numerosas traducciones que venían realizando Ortega y Gasset acerca
de artículos europeos donde se plasmaba las ideas de los intelectuales de ese
continente.
Se reconoció la importancia de la filosofía en la
educación y en 1945 se creó el primer instituto de filosofía como respuesta a
esta necesidad. En 1948 se creó la revista colombiana de filosofía, de la cual
se publicaron únicamente cinco números debido a que la orientación política del
país no permitió más su producción.
Se mencionan estos hechos por que son los de mayor
relevancia en los inicios de la filosofía del país. En la década del cincuenta
la filosofía colombiana sufre un retroceso debido a que los nuevos programas
que se ofrecían cambiaron su orientación investigadora por una formación
ideológica de los estudiantes de acuerdo con las ideas cristianas. Con la caída
de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla en 1957 se normaliza la actividad
filosófica y se crean varios centros de estudios.
Entre los eventos importantes en la normalización
se debe mencionar, la iniciación de los foros nacionales de filosofía iniciados
en 1975, la universidad Santo Tomas a partir de 1980 crea los congresos
internacionales de filosofía latino americana.
EXPONENTES DE LA
FILOSOFÍA COLOMBIANA Y TEMÁTICAS
Cayetano Betancur 1910-1982
Basó su planteamiento filosófico en Husserl, su más
importante publicación apareció en 1968 "Bases para una lógica
del pensamiento imperativo" en la revista ideas y valores, esta obra
ha sido tema de referencia de cátedra en la universidad Nacional de Colombia. Sus
investigaciones han dado pie para que se le reconozca como uno de los filósofos
que han dejado huella en las últimas generaciones, representa uno de los
mejores pensadores antioqueños de dimensión nacional, que contribuyó de manera
sobresaliente en la modernización de la filosofía colombiana.
Obras destacadas:
·
Ensayo de
una filosofía del derecho
·
Introducción
a la ciencia del derecho
·
Sociología
de la autenticidad y la simulación, seguido de otros ensayos
·
El ser y
el consistir
·
José
Ortega y Gasset en Colombia: ensayos de Abel Naranjo Villegas, Cayetano
Betancur y Alfredo Trendall
·
El
Cristianismo y sus tensiones internas y otros ensayos
·
Las
virtudes sociales
·
Bases
para una lógica del pensamiento imperativo
·
Filósofos
y filosofías
·
Vida del
derecho, manual del ciudadano
Danilo Cruz Vélez 1920-2008
Considerado uno de los mayores exponentes de la
filosofía en el siglo XX. Cruz Vélez en la década de los 40 implanto un
fenómeno en Colombia, el cultivo de la filosofía contemporánea no visto ya como
pedagogía o enseñanza de los pensadores europeos ni tampoco como elemento
para entender doctrinas políticas o religiosas sino más bien intento explicar
el pasado del pensamiento filosófico del país, reivindicando el derecho
de los pueblos americanos a ser deliberantes. Es profesor de la universidad
nacional donde funda el instituto de filosofía en 1945.
El principal tema de referencia para los
escritos filosóficos de Cruz Vélez fue el problema de la esencia del
hombre, donde desarrolla su autoconocimiento del ser y donde manifestó su
preocupación por la crisis de la humanidad. También se ve influenciado por la
filosofía Heideggeriana pero años más tarde reconoce que no logra una
comprensión de la lectura que es la metafísica. Hay que tener en cuenta que los
escritos que llegaban en esa época eran traducciones que llegaban al país
en pequeños artículos de diferentes revistas. Su filosofía aborda los
problemas de la Antropología filosófica, Filosofía Cultural y Metafísica,
abordando autores como Friedrich Nietzsche, Friedrich von Schiller y Martin
Heidegger.
Obras
destacadas:
·
Nueva
Imagen del Hombre y de la Cultura
·
Filosofía
sin Supuestos: de Husserl a Heidegger
·
Nietzscheana
·
El Mito
del Rey Filósofo: Platón, Marx y Heidegger
·
Tabula
Rasa
·
El
Misterio del Lenguaje
Fernando González 1895-1964
Filósofo, escritor y político colombiano, sus obras
literarias lo llevaron a desarrollar trabajos de sociología, historia,
economía. Es el escritor más leído del país, una gran influencia incluso
después de su muerte. Su obra fue importante para la creación del movimiento
colombiano literario nadaista. Los mayores filósofos que influyeron en su obra
son los existencialistas Jean-Paul Sartre y Arthur Schopenhauer.
Como dato curioso de Fernando Gonzalez el libro
titulado viaje a pie, fue vetado por el arzobispo de Antioquia por derecho
natural y eclesiástico, era gran critico de Mussolini y su régimen
fascista por lo cual se traslada a Italia y en la visita que realiza a
diferentes museos nace Hermafrodita dormido, otra de sus mayores obras.
Obras
destacadas:
·
Pensamientos
de un viejo
·
El
payaso interior
·
Una
tesis - El derecho a no obedecer
·
Estatuto
de Valorización
·
Cómo
volverse millonario en Colombia
·
Cartas
a Simón Bolívar
·
Libro
de los Viajes o de las Presencias
·
Tragicomedia
del padre Elías y Martina la Velera
·
El
pesebre
·
Las
cartas de Ripol
Estanislao Zuleta 1935-1990
Filósofo, escritor y pedagogo
colombiano, dedico sus estudios en economía política en un contexto latino
americano, además fue profesor de filosofía y economía en 1968 en la universidad
nacional de Colombia. Sus primeros estudios se influyeron en el pensamiento de
Platón y Sócrates, se interesa también por los racionalistas Hegel, Kant,
Descartes, Spinoza, Nietzsche, Heidegger, Foucault. Fue llamado "el
maestro Zuleta" ya que sus escritos dieron pie para que fuera unos de los
intelectuales más respetados del país, incluso después de su muerte sus
escritos fueron traducidos a diferentes idiomas.
“El capitalismo es una época bastante
bárbara de la historia humana, supremamente fecunda en cuanto al desarrollo de
la tecnología, pero que pasará como pasó el feudalismo, aunque no sabemos cómo
ni cuándo. Hay algo de bárbaro en que los recursos humanos, materiales y
naturales de un país se dediquen a dar utilidades a un grupo de privilegiados, más
bien que a satisfacer las necesidades del pueblo de ese país. El que niegue que
hay una barbarie en el capitalismo creo que no lo ha examinado. Y es posible
que una democracia radical sea el camino para superar esta formación histórica
particular a partir de la capacidad de los trabajadores de tomar decisiones.
Las medidas democráticas de una democracia muy avanzada ya son medidas
anticapitalistas”. En esta cita podemos evidenciar la preocupación de
Zuleta en cuanto a la crisis de la humanidad fuente principal de
sus escrituras y pensamientos filosóficos.
Obras Destacadas:
·
Conferencias de economía política latino americana. Editorial
Universidad Libre. Bogotá.
·
Lógica y crítica. Facultad de Humanidades, Universidad del Valle. Cali.
·
Conferencias sobre historia económica de Colombia. Ediciones La Carreta.
·
Teoría de Freud al final de su vida. Editorial Latina.
·
Comentarios a “Así habló Zaratustra” de Nietzsche. Facultad de
Humanidades.
·
Sobre la idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos.
Procultura. Bogotá.
·
Psicoanálisis y criminología. Editorial Percepción.
·
Arte y Filosofía. Colección Quipus. Editorial Percepción. Medellín.
·
Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Ensayos Letras
Cubanas. Altamira Editores.
Agustín Nieto Caballero 1889-1975
Fue un escritor, educador, psicólogo,
filósofo y abogado colombiano, fundador de los colegios Gimnasio Moderno en
1914 y Gimnasio Femenino en 1927 en Bogotá. Recibió su formación como
licenciado en derecho, filósofo, sociólogo, psicólogo y educador en Francia y
Estados Unidos. A su regreso a Colombia procuró difundir los postulados de la
Escuela Nueva en el país. Ocupó importantes cargos públicos como Ministro de
Educación, Embajador de Colombia en Chile y Rector de la Universidad Nacional
de Colombia.
ELOGIO DE LA DIFICULTAD
* Conferencia que el Doctor Estanislao Zuleta
presentó en el acto mediante el cual la Universidad del valle le otorgó el
titulo Honoris Causa en Psicología..
La pobreza de la imaginación nunca se manifiestan
de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces
comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, piases de Cucaña. Una vida
sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto
también sin carencias y sin deseo; un océano de mermelada sagrada, una
eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos
afortunadamente inexistentes.
Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas,
sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y nuestros
anhelos en la vida práctica. Aquí mismo en los proyectos de la existencia
cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el
ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de
las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste
solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos
proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está
tanto en las frustraciones de nuestros deseos, como en la forma misma de desear.
Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y
perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar,
deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto,
en última instancia un retorno al huevo. En lugar de desear una sociedad en la
que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas
nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa
sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía
llena de incógnitas y preguntas abierta, queremos poseer una doctrina global,
capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o
por caudillos que desgraciadamente si han existido.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de
habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que queremos regresar a él.
Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se
inicia el reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la
antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los
partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos
miembros han sido alcanzados por la gracia -por la desgracia- de una
revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuan
próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. LA idealización
del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista.
Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente
en una concepción paranoide de la verdad: en un sistema de pensamiento, que los
que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la
interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente
síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de propósitos malignos. En
lugar de discutir un razonamiento se lo reduce a un juicio de pertenencia al
otro – y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo-, o sea procede a un
juicio de intenciones.
Y en este
sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solo rechaza
toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo está
contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como
hay, según Kant, un verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de
un fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así también hay un
verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega
total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o
como agresión.
Ahora sabemos que por una amarga experiencia que
este abismo de la acción, con sus guerras santas y orgías de fraternidad no es
una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones
atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y
desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una
eficiencia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o
supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la
interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular
–todos lo son- como la designación misma de la realidad y los otros como
ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones
colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no
problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la
indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus
miembros una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno
–el grupo- y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda de la
angustia, , se distribuye mágicamente la ambivalencia de un amor por lo propio
y y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la
vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni
olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan
por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y
desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin
embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el
sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la
necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el
amor y el respeto.
Un síntoma inequívoco de la dominación de las
ideologías proféticos y de los grupos que las generan o que someten a su lógica
doctrinas que le fueron extrañas en su origen, es el descrédito en el que cae
el concepto de respeto, ni de reciprocidad, ni de vigilancia de normas
universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un
resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado las más caras
esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde
el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar
a determinar las relaciones humanas como el respeto es siempre el respeto a la
diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia
puede disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una
fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo
seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él
una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se
habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra
boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y
el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su
falsedad, sin que se requiera de ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la
realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo
peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción
apocalíptica de la historia de las normas y las leyes de cualquier tipo, son
vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de
realizar el ideal y de encarnar la Promesa; por lo tanto sólo se reclaman y se
valoran cuanto ya no creen en la misión incondicionada.
Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran des
idealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que
tan alegremente se han desechado o estimado sólo negativamente; lo que se
produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo
y realismo cínico. Se olvida entonces que una crítica a una sociedad injusta,
basada en la explotación y la dominación de clase, era fundamentalmente correcta
y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue
siendo necesario y urgente. A la des idealización sucede el arribismo
individualista que además piensa que ha superado toda moral por el solo hecho
de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior.
Lo más difícil, lo más importante, lo más
necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de
luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la
lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto
y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que
enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquella sin lo
cual una imaginaria comunidad de los justos contraria al eterno hosanna del
aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el
valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre las cosas
mismas, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna
superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras
posibilidades.
Hay que observar con cuanta desgraciada frecuencia
nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida social y colectiva, la triste
facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir el
empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar
cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro
cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos
el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado, es una manifestación de
su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera
que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por
alguna desgraciada coyuntura. Él es así, yo me vi obligado. El cosechó lo que
había sembrado; yo no pude evitar el resultado. El discurso del otro no es más
que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis,
de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y
una deducción lógica de sus consecuencias. Preferíamos que nuestra causa se
juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados.
Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa
no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo
irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a
pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método
explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde
luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de
las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa
por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la
causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le
conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse
cualquier cosa.
En el carnaval de miseria y de derroche propio del
capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que
nos convocan a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo
concreto a la altura de la conquista de la humanidad. Dostoyevski nos enseñó a mirar hasta donde
van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van no sólo en el
sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa
en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la
búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien
que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga
sentido. Dostoyevski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de
nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas,
los amos, las seguridades porque nos evitan las angustias de la razón.
Pero en medio del pesimismo de nuestra época se
sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la
antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de
nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo
insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores,; surge la
rebelión magnifica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad
a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los
jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
Y ahora renaces de nuevo a mí alrededor.
Y alientas otra vez en mí
La inspiración de luchar sin descanso
Por una altísima existencia”
ESTANISLAO ZULETA
EL AUDAZ PENSADOR COLOMBIANO, 1935 -1990