LA ESCUELA
DE FRANKFURT
En torno a la
llamada Escuela de Frankfurt aparecen asociados una serie de pensadores cuya
obra, a lo largo de medio siglo, al margen de su vigencia actual, continúa el
legado de la gran tradición filosófica alemana. Su labor constituye un
capítulo importante de lo que la reflexión filosófica ha aportado en nuestro
tiempo, sobre todo en el campo de la "crítica", de la cultura y del
"análisis" de los problemas de la sociedad y de la historia.
La Escuela de Frankfurt se
inserta en una corriente de "filosofía social critica", atenta a los
signos de los tiempos y vinculada progresivamente al análisis de "emancipación
de la humanidad". Las investigaciones y
trabajos realizados por los pensadores vinculados a ella, constituyen una buena
muestra de los caminos y también de las dificultades con que se han encontrado
a lo largo de nuestro siglo.
Los
pensadores vinculados a esta escuela han contribuido con una serie de importantes
investigaciones que no han sido indiferentes a las esperanzas del hombre de
cambiar de vida y que, por lo tanto, han influido en los acontecimientos
históricos.
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS EN EL DESARROLLO DE LA ESCUELA DE FRANKFURT
La Escuela de
Frankfurt aparece vinculada desde el principio a la existencia y vicisitudes
del "Instituto de Investigación Social" de Frankfurt. Tras la Primera
Guerra Mundial, con la derrota de Alemania y el triunfo de la revolución
bolchevique, un grupo de intelectuales, hijos de familias acomodadas de
comerciantes, la gran mayoría judíos, desertan de los negocios paternos para
sumergirse en la efervescencia vanguardista y revolucionaria de la Alemania de
la República de Weimar.
No es una
casualidad el que, en el periodo entreguerras, en una época marcada por la crisis
del capitalismo liberal y por el ascenso del fascismo, un grupo de burgueses
liberales, judíos, funde un instituto cuya tarea es el análisis de la sociedad.
Ellos se ven doblemente afectados por la crisis: en tanto que individuos
liberales y en tanto que judíos. "Los judíos, escribe Habermas, tenían,
hasta tal punto, que experimentar la sociedad como algo contra lo que antes o
después iban a chocar, el enfoque sociológico les era, por así decirlo,
natural".
El instituto asociado
enseguida a la Universidad de Frankfurt, pero conservando su autonomía, se
constituye en un importante centro de discusión y documentación del marxismo y
del movimiento obrero, independiente también de los partidos políticos.
En este horizonte
histórico, de expectativa en un cambio revolucionario que permitiría el
advenimiento de una sociedad fundada sobre la razón y la libertad, el Instituto
de Investigación Social fue aglutinando una amplia nómina de intelectuales con
diferentes orientaciones y competencias. Entre los miembros más destacados
podemos citar: Horkheimer, Adorno, Marcuse, Erich Fromn. Y en la actualidad,
Alfred Schmidt y, sobre todo, Jürgen Habermas, pueden considerarse como continuadores
de la Escuela de Frankfurt.
La subida de Hitler al
poder supuso la clausura del Instituto y la confiscación de su rica biblioteca,
y trajo como consecuencia el exilio y la diáspora de sus miembros. El Instituto
estableció filiales en Ginebra, París y Londres; para acabar estableciéndose,
tras un pasado revolucionario y marxista en la Alemania de los años veinte, en
Nueva York en el corazón del sistema capitalista.
En Nueva York, el
Instituto se afilió a la Universidad de Columbia y le permitió a sus miembros
seguir los trabajos de investigación, y a la vez agrupar nuevos colaboradores. Con el tiempo
y ya terminada la Segunda Guerra Mundial, varios de los más destacados miembros
del Instituto, que se reabrió oficialmente en 1951, regresaron a Frankfurt.
La comprensión del
fenómeno del nazismo, en el que las masas obreras se habían sometido a la
"locura colectiva" de él; el derrocamiento del nazismo por el juego
dé las potencias; el proceso de terror que siguió la revolución bolchevique en
la Rusia de Stalin; la integración al sistema capitalista de las denominadas democracias
occidentales; todos estos fenómenos se convertirán en los grandes temas de
estudio y análisis para los miembros de la Escuela de Frankfurt.
Los escritos de los
pensadores de la Escuela componen una obra extensa que abarca temas diversos en
dominios distintos, que van desde la investigación empírica de los hechos
sociales hasta el análisis y la crítica de las ideas filosóficas y de las
teorías en el campo de la cultura (arte, literatura, etc.) y de las ciencias
sociales/Sin embargo, ha sido característica de los "frankfúrtianos"
el compartir como núcleo básico y foco de inspiración y orientación de sus
trabajos la llamada "Teoría crítica".
El concepto
de "crítica" es su común denominador. Crítica, en general encaminada
a que el individuo (el hombre), sea capaz de reconocerse como responsable de sí
mismo (= libre), en una sociedad necesariamente vinculada a intereses económicos,
políticos, etc. Es, por lo tanto, un "ideal de realismo humanista" lo
que une a los "frankfúrtianos".
De modo
general, podría decirse que la "critica" de la Escuela de Frankfurt
viene motivada por la "constatación de la degradación del ideal
liberal". El liberalismo, en todos los campos, había pretendido ser una
defensa de las libertades individuales (económicas, políticas, religiosas,
etc.) pero de hecho, había conducido a un capitalismo despersonalizador y
opresivo. En éste, los individuos habían perdido su iniciativa en favor de los
grandes proyectos (económicos, políticos, etc.), y las masas trabajadoras se
encontraban dominadas por intereses de todo tipo. De la constatación de este
fracaso nace su interés por el marxismo.
Pero el ideal
crítico va a sufrir importantes cambios, marcados por la evolución misma de la
sociedad europea. En una
primera etapa la crítica se dirige a la "sociedad de clases", y en
una segunda, se dirige a la "sociedad de consumo y tecnológica".
Crítica a la "sociedad de clases":
"el ideal socialista"
En su primera etapa (antes
del exilio a EE. UU.), los pensadores de la Escuela de Frankfurt confían más en
las posibilidades revolucionarias del proletariado, en busca de un socialismo
real. Su crítica está más marcada por presupuestos marxistas.
En este período, su
pretensión genérica es la "crítica de la sociedad y del sistema
capitalista". A pesar de todo, van a interpretar a Marx de acuerdo con las
exigencias de los sistemas democráticos y queriendo salvaguardar las ventajas
sociales del capitalismo. En síntesis, las principales ideas de esta etapa fueron las
siguientes:
— Debido a lo anterior, la sociedad está en
tránsito del capitalismo hacia el socialismo. El materialismo dialéctico y el
materialismo histórico parecen adecuados para interpretar la realidad.
— Es, por tanto, la ideología marxista la
única adecuada a una sociedad realmente humana en la que se conjugue el
"ideal proletario" de ser tratado con justicia, con el "ideal
liberal" de vivir, cada vez más, en mejores condiciones económicas,
sociales, etc.
— Es necesario, por tanto, la critica de los
sistemas de ideas que rigen en la sociedad capitalista de fines de los años
veinte, ya que ellas disfrazan intereses de clase que impiden el paso hacia un
socialismo justo y humanista.
La crítica se
dirige, en consecuencia, a la sociedad capitalista que no sitúa la justicia
como su objetivo prioritario, sino la producción. En ella el individuo aparece
"alienado", en cuanto que se le considera sólo productor. Como se ve
la crítica sigue inspirada por el marxismo. Pero esta inspiración marxista adquiere en ellos caracteres
propios:
— El proletario debe dotarse de capacidad
crítica frente a todos los instrumentos totalitarios.
— El proletariado debe hacer valer su
individualidad y sus iniciativas con una reivindicación de su autonomía.
Pero ya antes
del exilio se dieron cuenta de la incapacidad del proletariado para llevar a
cabo el ideal de un socialismo humanista; más aún, cuando el nacionalsocialismo
alcanza el poder en Alemania, proclamado como partido único (1933), y el
proletariado pierde todas sus posibilidades de intervención social. Será el
exilio lo que les va a hacer evolucionar de forma decisiva.
Crítica a la "sociedad tecnológica y de consumo"
Las ideas
humanistas, relacionadas con los ideales marxistas, van a dar paso a un
"realismo critico", a los pensadores de la Escuela de Frankfurt,
particularmente a Horkheimer y Adorno. Es éste un periodo menos marcado por los
problemas del proletariado, si bien, manteniendo la tesis fundamental de
reivindicar "la individualidad y la responsabilidad frente a todo
sistema, institución o intento totalizador".
Este cambio viene provocado'por varias razones:
—
En EE. UU. conocen por experiencia que las grandes masas
proletarias no quieren ningún tipo de revolución ni hay en ellas conciencia
crítica. Por el contrario, la sociedad americana está sumida en las delicias
del consumo y en la fascinación de la técnica. Marcuse, particularmente,
continuará allí constatando y analizando críticamente esta situación.
— A su
regreso de EE. UU. (Horkheimer y Adorno sobre todo), constatan en Europa un
triple (y para ellos, decepcionante) fenómeno:
a) Las masas
proletarias de antes de la guerra estaban siendo subsumidas por el
neocapitalismo de postguerra. En Europa de hecho, ha desaparecido el
"proletariado". Ahora el trabajador lo que pretende no es la abolición
de la sociedad de clases, sino el mejor salario posible en el seno de la
sociedad capitalista, considerada tanto más justa cuanto mejor pague. Las ideas
marxistas de la sociedad comunista se han ido así al traste.
b) El ideal
socialista, patrocinado por Marx, está pervertido por los regímenes totalitarios
que se llaman marxistas. Media Europa, después de la guerra mundial, quedó
sumida en los más injustos y deshumanizadores regímenes, en nombre del
socialismo comunista, cuyo ideal debería ser la justicia.
c) Como la
americana, la sociedad europea en su conjunto, se propone ideales de
producción y consumo, además de su tecnificación. Europa se organiza así un
gran espacio para producir bienes de todo género (medicamentos, alimentos,
objetos de placer y deporte, bienestar doméstico, etc.) y en conseguir todo
tipo de "aparatos" (carros, electrodomésticos, T.V., etc.). La vida
placentera y sana es ahora el ideal.
Ante esta nueva situación,
la crítica se va a dirigir, no ya a reivindicar la individualidad y la
responsabilidad del proletariado, sino (de modo especial) a reivindicar eso
mismo para todos, ya que, aun no siendo proletarios, estamos sometidos al proceso
de despersonalización que procede de la sociedad de consumo y tecnológica.
Particularmente la crítica se dirige a:
— Hegel y Heidegger, porque ellos conceden
prioridad a un absoluto (la Idea, el Ser) frente al individuo particular.
— La Ciencia (positivista) que pretende
erigirse en la única racionalidad posible, menospreciando todo lo no
"racionalizable", como son los valores individuales.
— Marx, porque en él se supedita el individuo
al proceso histórico.
— El fascismo, que anula la personalidad en
favor de unos ideales irracionales, incluso absurdos.
— La propia técnica, en cuanto que ella se va
convirtiendo, no en un instrumento al servicio de la libertad, sino en un
complejo creador de "necesidades" que anulan la iniciativa y provocan
la despersonalización.
Todas las
ideas anteriores, aunque con variantes, son comunes a la mayoría de los
pensadores de la Escuela de Frankfurt. Muchos de sus escritos son conjuntos. A
continuación precisamos algunas ideas más específicas de cada uno de ellos.
MAX HORKHEIMER (1895-1973)
Nació en
Stuttgart en el seno de una familia judía y en un medio burgués. Estudió en
Munich, Friburgo y Frankfurt, destacándose en filosofía en 1922. Su formación
filosófica, bajo la influencia de Comelius, giró en tomo a una filosofía en
cuanto "reflexión crítica", sobre la base del conocimiento de las
ciencias, por lo tanto, alejada de la pura especulación.
Horkheimer es
considerado como uno de los principales miembros y promotor de la llamada
"Escuela de Franckfürt o del Instituto de Investigación Social". En 1930 fue
nombrado profesor titular de filosofía social y rector del Instituto de
Investigación Social.
Como otros
"franckfúrtianos" conoció la persecución, con la llegada al poder del
nazismo, y el exilio: en Ginebra, París y finalmente en Nueva York, donde
continúo como director del Instituto, asociado esta vez a la Universidad de
Columbia. En esta época
dirige las obras: "Estudio sobre la autoridad y la familia" y
"Estudios sobre los prejuicios"; en ellas resume las investigaciones
sociológicas emprendidas y realiza análisis crítico de las potencialidades
fascistas de la sociedad americana.
Acabada la Segunda Guerra
Mundial, vuelve a Alemania, donde continúa la labor de profesor de filosofía
social en la Universidad de Frankfurt y de director del Instituto de
Investigación Social hasta 1959, en el que le sucede su amigo y colega Adorno. En este
período escribe su obra más importante: La teoría crítica ayer y hoy (1969).
A Horkheimer
se le deben trabajos sociológicos y sociológico-filosóficos, sobre temas que
ocuparon así mismo la atención de otros miembros de la Escuela, como: la autoridad,
el autoritarismo, la familia, los orígenes de la sociedad burguesa, el papel de
las ciencias y de la técnica, la libertad, el fascismo, el psicoanálisis, etc.
Son trabajos que analizan fenómenos concretos, pero alejados de una
interpretación positivista y de la sociología académica.
Horkheimer, lo mismo que
sus compañeros, estimó que la interpretación de ciertos fenómenos históricos
conocidos (tales como: la ilustración, el romanticismo, las tendencias
pesimistas, etc.), podrían proporcionarnos una clave para la comprensión de
las estructuras de la sociedad actual y para el ensayo de un bosquejo de
perspectivas futuras.
Una de las mayores
contribuciones de Horkheimer a las orientaciones básicas seguidas por la
Escuela de Frankfurt fue su formulación de la llamada "teoría crítica que
la desarrolla en su obra Teoría crítica ayer y hoy. El mismo
título de la obra nos indica las dos etapas de la teoría crítica.
Crítica a la ciencia tradicional y a la sociedad reinante
Cuando nació la
"teoría crítica" por los anos veinte, surgió básicamente de dos
ideas: como crítica frente a la ciencia tradicional, y como crítica a la
sociedad reinante.
a) Crítica
a la ciencia tradicional
Desde el principio la
teoría crítica se apartó de la concepción tradicional de la ciencia, heredada
del racionalismo y del positivismo.
Según la concepción
tradicional, la ciencia se define por su capacidad de construir teorías y
establecer hipótesis que, en cuanto tales, reflejan la naturaleza exacta de los
hechos estudiados. Esto tiene validez para las ciencias sociales: cuando un
historiador afirma algo con pretensión de exactitud histórica, luego tiene uno
que poder encontrarlo confirmado en los archivos.
La ciencia así entendida
pretende ser absolutamente objetiva y neutra, libre, por tanto, de cualquier
condicionamiento y aséptica frente a los juicios de valor de los distintos
individuos y de los grupos en una sociedad determinada.
Pero (y ahora
viene el primer motivo de la teoría crítica), la ciencia misma no sabe por qué
ella ordena precisamente en esa dirección los hechos, y se concreta en
determinados fenómenos y no en otros. La ciencia carece de
"autorreflexión" para conocer los motivos sociales que la impulsan
hacia un lado (por ejemplo, hacia la Luna), y no hacia la humanidad. Para ser
verdadera, la ciencia debe conducirse críticamente para consigo misma y para
con la sociedad que ella produce.
La teoría crítica, en
contra de la concepción tradicional de la ciencia, inspirándose en el materialismo
histórico de Marx, insiste en la relación que existe de hecho entre
"teoría y praxis", y en la imposibilidad de una ciencia absolutamente
objetiva e imparcial. Al tomar esta
posición, la teoría crítica realiza una doble ruptura: con la ciencia tradicional,
de inspiración positivista, y contra la pretensión del idealismo alemán de
construir una ciencia universal que englobe todos los objetivos posibles, como
un saber acabado y absoluto.
Igualmente, la teoría
crítica primera fue muy crítica contra la sociedad reinante, pues según
Horkheimer, con la subida al poder del fascismo y del nacionalismo, la sociedad
se había vuelto aún más injusta que antes, pues un sinnúmero de personas tenían
que sufrir terriblemente sin necesidad de ello.
Ante esta situación, los
frankfurtianos pusieron su esperanza en la revolución que les llevase a una
sociedad mejor. Si se realizase la "sociedad correcta", por medio de
la revolución de los dominados, tal como la había imaginado Marx, también el
pensar se convertiría en un pensar correcto; sin embargo, comprendieron
claramente que esa sociedad correcta no puede determinarse de antemano. Podía
decirse lo que es malo en la sociedad actual, pero no podía decirse lo que será
bueno, sino únicamente trabajar para que lo malo desaparezca finalmente.
En este sentido, la teoría
crítica declara abiertamente su propósito de trabajar por la emancipación de la
humanidad y se propone, en palabras de Horkheimer, "no sólo aumentar el
saber, en tanto que tal, sino liberar al hombre de las servidumbres que pesan
sobre él".
La emancipación de la
humanidad se hace depender del nacimiento de una sociedad basada en los
principios de "justicia y libertad", que es lo mismo que decir, de
una sociedad basada en la "razón", lo que iría en el sentido del
interés de la mayoría. El interés por la razón, el interés por el conocimiento,
van de la mano del interés por la emancipación del hombre.
Crítica a las formas degradadas de la
ratón
La exigencia de la
"teoría crítica" de aspirar a un mundo humanizado, basado en la
razón, obliga a Horkheimer a desvelar y criticar las formas
"degradadas" de la razón, tal como se han formulado y utilizado
históricamente en las corrientes del mundo moderno, como expresión de un -pasado
que se pretende superar. Para la teoría crítica, las formas degradadas de la
razón son:
— la "razón objetiva" del racionalismo e idealismo.
— la "razón instrumental" de la ciencia y de la técnica.
a) Crítica
de la "ratón objetiva"
La filosofía
moderna, en la tradición del racionalismo e idealismo, pretendió basar todo el
edificio del pensamiento en la razón, como expresión de la estructura objetiva
de la realidad (razón objetiva), incluyendo un sistema de principios desde
donde determinar los fines fundamentales de la vida humana. De este modo se
generó una visión no dialéctica y metafísica de la realidad, descrita así de
forma pretendidamente absoluta e intemporal, ciega a los acontecimientos
históricos y al mundo de los intereses que le servirán de caldo de cultivo.
b) Crítica
de la "razón instrumental"
Posteriormente,
como consecuencia de la crítica ilustrada y positivista de la metafísica, se
va imponiendo la idea de una razón indiferente a los valores y los fines de la
vida humana (arrojados al dominio de lo subjetivo) y concebida ahora como puro
instrumento de cálculo al servicio de ciertos fines establecidos desde el exterior
de la razón. La razón, concebida ahora, como "razón instrumental", es
pragmática, busca el éxito, es indiferente a los fines, sólo cálculo de
medios, y como tal puede ponerse al servicio de lo inhumano, renunciando a su
contenido ético y convirtiéndose en un poder de explotación y de destrucción
al servicio de intereses egoístas.
Esta
evolución de la razón responde, según Horkheimer, a la propia evolución de la
burguesía como clase, que protagoniza los cambios en el mundo moderno. Una vez
que la burguesía se consolida en el poder, trata de evolucionar para poder
explorar mejor las relaciones de los hombres con la naturaleza y de los
hombres entre sí. Su interés fue destruir todas las pretensiones de la
"razón objetiva" que definía la realidad, para recuperar la
"razón", vacía de contenidos y ponerla al servicio de aquellos fines
que favorecen más rápido la explotación y le proporciona provecho.
Síntesis crítica
Frente a la
"razón objetiva" y a la "razón instrumental", la teoría
crítica quiere conservar lo positivo de cada una de esas expresiones deformadas
de la razón. Por un lado. la teoría crítica pretende basarse en la razón
objetiva, no instrumental, en la medida en que ésta. no es indiferente a los
fines éticos, es decir, en cuanto defiende la racionalidad de un modelo de
sociedad, basada en la justicia y la libertad, como expresiones máximas de la
razón. Pero, por otro lado. para evitar los defectos de la metafísica
idealista, inspirándose ahora en el materialismo histórico de Marx, ha de
prestar atención al análisis de las situaciones históricas concretas,
sirviéndose de las ciencias como un instrumento necesario e imprescindible de
la teoría que pretende ser vehículo de una esperanza objetivamente fundada de
transformación radical de la sociedad.
Es evidente
que la obra de Marx inspira fundamentalmente los trabajos de los pensadores de
la Escuela de Frankfurt, en esta primera fase de la teoría crítica. La crítica
del capitalismo y de la ciencia concebida según el modelo de la "razón instrumental",
es la crítica de una forma de organización social y del correspondiente método
de concebir y practicar la ciencia. Ambas no se corresponden con las exigencias
de la razón, entendida como la justa y posible aspiración de la humanidad a una
vida conforme a la justicia y la libertad, posibilitada y luego bloqueada por
el propio desarrollo económico del capitalismo. De ahí la necesidad de la
revolución.
Evolución de la Teoría
crítica
Una serie de
acontecimientos de gran calado histórico producirán una importante inflexión
de la "teoría crítica", respecto a lo que fue su orientación
originaria, lo que permite hablar de una auténtica mutación en la teoría. Horkheimer
explica la evolución de la teoría crítica de entonces, a la teoría crítica de
hoy.
El primer motivo: lo
constituye la idea de que Marx estaba
equivocado en muchos puntos:
— Marx afirma
que la revolución seria un resultado de las crisis económicas, cada vez más
agudas, unidas a la progresiva miseria de la clase trabajadora en todos los
países capitalistas. Esto induciría finalmente al proletariado a poner fin a
este estado y a crear una sociedad justa.
Observamos
que esta teoría era falsa, porque las clases trabajadoras les va ahora mucho
mejor que en tiempos de Marx, y porque las crisis económicas graves son cada
día menos frecuentes; por otra parte, porque la justicia y la libertad que Marx
creyó unidas para la consecución de una sociedad mejor, en realidad se han
constituido como opuestas. Para que las cosas se efectúen con justicia, se les
debe prohibir a las personas muchas cosas, sobre todo el no imponerse a los
demás; y para que los individuos se desarrollen en libertad, es necesario que
sus fuerzas y posibilidades no sean para sometimiento de los otros, lo que iría
en contra de la justicia.
El segundo motivo: fue que el
camino que vislumbramos en la sociedad actual es completamente diferente. Hemos
llegado a la convicción de que la sociedad se desarrollará hacia un "mundo
administrado", regulado en todo. Un mundo donde el precio del confort es
la vida unificada y administrada, propia de un tipo de sociedad que tiende a
imponerse como modelo único a escala planetaria. Esta tendencia hacia un
"mundo administrado", donde todo sea regulado para constituir una
sociedad única planetaria puede ser ininterrumpida por catástrofes, es decir,
por acontecimientos adversos, (pensemos en la bomba de hidrógeno y todo tipo
de bombas capaces de infectar de bacterias a países enteros).
Ante estos hechos,
concluye Horkheimer, nuestra teoría crítica, ya no defiende la revolución,
porque después de la caída del nacional-socialismo en los países de Occidente,
la revolución se convertirá de nuevo en un terrorismo o en situaciones
terribles. Se trata más bien de conservar aquello que es positivo, como por
ejemplo, la autonomía de la persona individual, la importancia del individuo,
su psicología diferenciada, ciertos factores propios de las culturas, etc.
Desde esta perspectiva, el materialismo histórico que había inspirado la
primera teoría crítica da paso a una filosofía de la historia de corte
pesimista y sombrío, que se inspira más en pensadores como Shopenhauer,
Nietzsche o Freud, que en Marx.
Nacido en
Frankfurt, en el seno de una familia acomodada. Casi desde los inicios, Adorno
aparece como protagonista, junto con Horkheimer, de la evolución y las
principales realizaciones teóricas de la Escuela de Frankfurt.
Estudia en
las Universidades de Frankfurt y Viena y su formación es especialmente
profunda en música, sociología y filosofía.
En 1930 forma parte del
"Instituto de Investigación Social" y con Horkheimer trabaja en la
aplicación de los presupuestos de la teoría crítica al análisis de las ideas
filosóficas y de los fenómenos sociales e históricos. Con la persecución nazi es
privado de su cátedra universitaria, refugiándose primero en Oxford y luego en
Nueva York. En ambos centros continúa sus investigaciones sobre la cultura y
la sociedad occidental (tanto europea como americana).
Al finalizar la guerra,
regresa a Frankfurt en cuya Universidad ejerce como docente en las cátedras de
Filosofía y Sociología. En 1959 sucede
a su amigo Horkheimer en la dirección del Instituto de Investigación Social. Entre sus
obras destacamos las siguientes: Filosofía de la nueva música. Dialéctica
negativa y Teoría estética.
Su pensamiento de base
marxista, tiene elementos existencialistas y freudianos, que aplica a la
critica de la sociedad contemporánea, en la que describe nuevas formas de
alienación.
Aspectos principales de la filosofía de Adorno
Adorno adopta la teoría
crítica expuesta y desarrollada por Horkheimer, pero sus posiciones difieren en
varios puntos tanto filosóficos como políticos. De su obra filosófica merecen
destacarse tres aspectos:
Análisis y descripción de las ideologías en la cultura occidental
Adorno parte
de la acepción marxista de "ideología", como "falsa
conciencia", "alienación cultural", "superestructura",
pero añade en su descripción y análisis elementos propios del psicoanálisis,
como: "represión o frustración", y de la filosofía de Nietzsche,
como: "ocultación", "autenticidad", etc.
Para Adorno las ideologías:
— Expresan situaciones históricas y además
frustraciones de todo tipo (individuales y colectivas) que aunque pueden estar
enquistadas en la cultura que se hereda, también pueden transformarse y ser
propias de cada época, no general para toda la historia. Así una determinada
"filosofía" puede ser ideología en tiempo de Marx; pero no en el
Renacimiento o en el tiempo actual.
— Parten en nuestros días del fondo
doctrinario y dogmático que posee el idealismo, del que, aunque no lo
pretendan, son deudoras. Por ejemplo, en el marxismo ortodoxo pervive el afán
"sistemático"' y "dogmático" propio del Idealismo.
— Revisten discursos filosóficos distintos
como la ontología (Heidegger), el positivismo lógico y el materialismo
dialéctico, pero tienen en común que todos son dogmáticos.
— Son simples subproductos históricos, falsas
subjetividades, ignorantes de la realidad.
— Fomentan la "barbarie", "las
actitudes míticas o mitológicas", "no ilustradas".
— Han contribuido al surgimiento de los
regímenes del siglo XX.
Adorno después de este
análisis y descripción de las ideologías, concluye que éstas han suprimido el
valor de la praxis revolucionaria. (El comunismo, por ejemplo, se convirtió en
represivo y en dogmatismo de partido único en Rusia). El individuo y la masa,
dominados por la ideología, pierden toda iniciativa ética y fácil mente
claudican ante la manipulación y el terror.
Construcción de una auténtica subjetividad
Adorno
examina críticamente la marcha hacia la intimidad y la subjetivida propugnada
por Heidegger y, desde la critica de las ideologías, analiza que es marcha
lleva a:
—
ejercerse al margen de las condiciones históricas del hombre actual, es dec se
construye sobre abstracciones absolutas y dogmáticas: socialismo científico, el
Estado, la raza aria, las variables macroeconómicas, etc.
— reificar
(reconstruir o cosificar) la experiencia humana, la historia o los
acontecimientos científicos o culturales en función de intereses políticos o
económicos, al margen de los ideales racionales de libertad y felicidad.
— disolver al
individuo en el sistema social, es decir, olvidarse de sus necesidades
particulares, suprimir a las minorías, prohibir la crítica, desdeñar lo que no
ofrezca resultados "positivos" al sistema o al poder establecidos.
Frente a esta situación. Adorno defiende:
—
la "subjetividad auténtica" entendida ésta como "el hombre
concreto e hi rico, integrado socialmente". El hombre debe encontrar en si
mismo la razón de sí y de su vida, pero no como individuo aislado, narcisista y
egoísta, puesto que su realización no puede darse sino responsablemente en
sociedad.
— la moral debe contar con los demás de
manera real y personalizada. Hay que restaurar el valor del "imperativo
categórico kantiano", es decir, hay que entender a Kant
"socialmente".
— la legitimidad dialéctica en el
conocimiento y en la acción frente a la "legitimidad lógica" de la
dominación.
Carácter critico o dialéctica negativa
La
dialéctica, de acuerdo con Marx, expresa la lógica de la realidad, más que la
lógica del pensamiento. Necesitamos en nuestro conocimiento de la realidad,
determinar los momentos dialécticos o factores económicos-políticos que la
constituyen. Tal determinación es una labor crítica, por lo tanto analítica de
la Historia, y que constituye el conocimiento "dialéctico".
Adorno critica las
"dialécticas positivas" que han elaborado muchas de las "teorías
del progreso" de carácter meramente abstracto y fundadas en
"frases" o "etapas" que se suceden unas a otras
mecánicamente, llegando al peldaño más perfecto de ese progreso, donde todas
las contradicciones existentes se "reconcilian", es decir, se llega a
una "utopía ideal" que justifica y domina toda la historia. En virtud
de esa utopía se domina la naturaleza y el medio, y en última instancia, el
mismo hombre ha terminado por convertirse en objeto de su propio dominio, esto
es, es "alienado".
Adorno se planteó la
cuestión de cómo ha sido posible que las ideas de progreso y de emancipación o
liberación hayan conducido a lo opuesto: a la esclavitud, sea en nombre de la
tecnología refinada o de una doctrina dogmática. Según él, la razón fundamental
ha sido que no se ha aplicado concretamente la "dialéctica", pues se
ha olvidado que la "historia universal debe construirse y negarse".
Es necesario,
pues. volver a la "dialéctica" que afirma que la realidad es construida
y negada (desconstruida) simultáneamente; la llama "dialéctica
negativa". Por medio de ella es necesario criticar a fondo toda filosofía
y aun toda utopía, las cuales tienden a ser "positivas", es decir,
dialécticas doctrinarias y dogmáticas.
Frente a la
dialéctica positiva, propia de las ideologías. Adorno defiende la "dialéctica
negativa", pues. es más viva, crítica, autónoma.
Adorno, en el ensayo
titulado Justificación de la Filosofía, deja bien claro que la filosofía
consiste en reflexionar sobre la propia actualidad para irla aproximando al
sentido humano que todavía le falta y siempre le faltará. Como vemos, el concepto
de dialéctica negativa subyace en esta concepción de filosofía. Dialéctica = lo
que está dado y debe ser superado; negativa = lo que todavía no se da (= lo
negativo) debe ser el impulsor de la reflexión filosófica.
HEBERT MARCUSE (1898)
Nace en
Berlín y estudia filosofía en las Universidades de Berlín y Friburgo, donde
bajo la orientación de Husserl y Heidegger se doctora en el año 1933.
Las
diferencias con Heidegger le llevaron a distanciarse de él, no obstante, conserva
de él lo que podría llamarse un "impulso heidegeriano". Marcuse se
interesa por "el hombre como un estar en el mundo", pero no como un
"locus" o una "voz del ser" (Heidegger), sino como una
realidad social.
La actitud
filosófica de Marcuse y sus orientaciones sociales y políticas lo fueron
acercando a Horkheimer y a Adorno, y a compartir con ellos las tareas y
vicisitudes del Instituto de Investigación Social de la Escuela de Frankfurt,
al que ingresó e 1933 y con el que colaboró también en su etapa de exilio en
EE. UU. En EE. UU., fue profesor en varios institutos y
universidades: Instituto Ruso (las Universidades de Columbia y Harvard
(1951-1953); Universidad de Bostón California (1954-1965).
De los pensadores
asociados a la Escuela de Frankfurt, Marcuse ha sido, s lugar a dudas, el más
conocido más allá de los circuios propiamente académicos la difusión y
discusión de sus ideas en los movimientos estudiantiles y movimientos radicales
de Europa de los años 60. Su obra La imaginación al poder,
consigna sabor claramente marcusiano, fue esgrimida y popularizada en mayo del
68 por estudiantes de París, que reconocían en Marcuse un liderazgo intelectual
y canalizador de sus inquietudes revolucionarias frente a la llamada
"sociedad de consumo".
Entre
sus obras podemos citar: El marxismo soviético, Eros y civilisación hombre
unidimensional. Estas dos últimas son las obras más conocidas.
Aspectos fundamentales de la filosofía de Marcuse
Siguiendo la temática de sus obras podemos destacar los aspectos
siguientes
Rescate de Hegel
Estudioso
de la obra de Hegel, uno de sus esfuerzos fue ahondar en las hegelianas de Marx
y, de paso, en "rescatar" a Hegel, de manos tanto de pensadores
políticos conservadores, como de materialistas dialécticos dogmáticos. El
"re de Hegel tiene lugar contra la inclinación del propio Hegel a cerrar
el ciclo razón dialéctica. Marcuse estima que Hegel fue infiel a su intención
en el "rescate de lo negativo", y en cambio fue desarrollado por
Marx, para quien la conciencia en la historia está ligada a las estructuras de
clases de la sociedad. Ello no significa, dice Marcase, que haya que admitir
estas estructuras de clase; por el contrario, tienen que ser negadas y
trascendidas. Todos los hechos históricos son, para Marcuse, restricciones y
comparten una negación. La negación de las restricciones y de la propia
negación abren el camino para la posibilidad de una auténtica y radical realización
de la libertad y de la felicidad, que son exclusivas en la sociedad burguesa y,
en general, en toda sociedad clasista. El realismo hegeliano de la razón, lleva
a la postre, a un positivismo y a un conformismo.
Enlace del pensamiento de Marx y
Freud
Este aspecto es quizás el
más importante e influyente en la contribución de Marcuse. Ello se debe
principalmente a que encontró en algunas de las ideas de Freud los elementos de
una "psicología social" que faltaba en Marx. En ambos casos se trata
de un movimiento de liberación de represiones, es decir, la represión sexual es
concomitante con la represión social.
Según
Marcuse, Freud no había advertido que, junto a las represiones
"sexuales" y para las cuales trató de encontrar una terapéutica, hay
una serie de represiones "suplementarias" o sobre-represiones
originadas en formas de dominio social. Tanto las represiones sexuales como
las sociales pueden haber sido indispensables para el mantenimiento de la
civilización, así como para la conservación de un determinado orden social. No
se trata solamente de liberarse de las represiones sexuales, sino de liberar la propia sexualidad. Ello se
distingue de las falsas liberaciones o de los movimientos anti-represivos en
una sociedad fundamentalmente represiva.
Estas falsas
liberaciones o movimientos anti-represivos, lejos de conducir a la libertad y a
la felicidad, llevan al conformismo y a nuevos modos de represión. Marcuse
admite la posibilidad y aún la necesidad de sublimaciones, pero éstas tienen
que ser de un carácter no-represivo.
Crítica a la concepción
unidimensional del hombre
Esta
concepción unidimensional del hombre prevalece en la "sociedad industrial
avanzada". Según Marcase, esta sociedad es falaz, porque presenta el
rostro de la abundancia, la libertad y la tolerancia, ocultando su verdad, que
es el dominio social y el conformismo.
La sociedad industrial
avanzada "se permite" la tolerancia justa, precisamente porque no
tiene ni siquiera necesidad de la intolerancia. Las más conocidas y difundidas
ideas de Marcuse discurren en esta línea.
Critica
al marxismo soviético
Marcuse
ha puesto de relieve que los marxismos "oficiales" y muchos movimientos
revolucionarios han errado al pensar que las clases explotadas y oprimidas luchan
necesariamente por su liberación. Estas clases son fácilmente, y podría decirse
aviesamente, incorporadas en el "sistema".
Conciencia revolucionaria de minorías
Según
Marcuse, la conciencia verdaderamente revolucionaria puede aflorar en grupos
minoritarios que no son objetivamente explotados, y que comprenden que la
tolerancia puede ser represiva. El "Estado de bienestar", la
"sociedad de la abundancia", la "sociedad de consumo", son
otras tantas formas de producción de alienaciones que se ignoran a sí mismas.
Marcuse no
predica con ello el retorno a ninguna sociedad en la cual predomine la
"robusta pobreza", la "limpieza moral" y la
"simplicidad"; de lo que se trata es de eliminar el despilfarro.
Tampoco predica el retorno a una sociedad atecnológica; de lo que se trata es
de liberar la tecnología de su irracionalidad.
La subversión
del "sistema", en todo caso, no puede originarse dentro de él: se
origina o en la conciencia revolucionaria de minorías, que por ello se colocan
"fuera" de toda posibilidad de asimilación, o en las masas que están
"fuera" del sistema. Sólo estas fuerzas pueden ofrecer la esperanza,
aunque por el momento sólo la esperanza de una auténtica liberación.
Tras la desaparición de
los representantes más conocidos de la Escuela de Frankfurt (los que hemos
estudiado), ha sido Jürgen Habermas el pensador alemán que de manera más
destacada ha prolongado las orientaciones y trabajos de la Escuela,
reformándolos desde nuevos contextos teóricos a través de una vigorosa síntesis
personal, que le ha merecido un protagonismo singular en la filosofía actual.
Fue colaborador de Adorno en el Instituto de Investigación Social,
desde 1956 a 1959.
De 1961 a
1964, fue profesor de filosofía en la Universidad de Heidelberg, junto a
Gádamer. En 1964 es
nombrado profesor titular de filosofía y sociología en la Universidad de
Frankfurt y desde 1971 es director en el Max-Plank Instituí de Stanberg para la
"investigación de las condiciones de vida del mundo
técnico-científico".
Tanto por su
colaboración en el Instituto de Investigación Social como por el tipo de
análisis filosófico, filosófico-histórico y filosófico-sociológico, revelado en
sus trabajos. Habermas es considerado como uno de los "miembros" de
la Escuela de Frankfürt (miembro de la "segunda generación" de dicha
escuela). Por otro
lado, su interés por el conocimiento de los trabajos realizados dentro de las
orientaciones que el mismo ha llamado "científico-analíticas", y sus
estudios de tendencia hermenéutica, han hecho que algunos no lo consideren como
frankfürtiano clásico.
Otros lo ven como el
último eslabón en la Escuela de Frankfurt y como un filósofo que, aunque
partiendo de la atmósfera creada por los frankfürtianos, emprende un giro
radical hacia otras maneras de pensar. Entre sus obras podemos destacar: Teoría
y práctica. Hacia una reconstrucción del materialismo histórico. Conocimiento
e interés. Teoría de la acción comunicativa.
Aspectos fundamentales de la filosofía de Habermas
Siguiendo la
temática de sus obras podemos destacar los aspectos siguientes:
Crítica social
Frente al
predominio casi exclusivo de la teoría. Habermas vuelve al análisis
práctico-político de la evolución social. Bajo la influencia de Marcase, que
fue el principal teórico político del movimiento frankfurtiano, emprende
investigaciones sobre las nuevas potencialidades de contestación que se
encuentran actualmente. según él, en lo que llama "corrientes
neopopulistas".
Estas
corrientes están compuestas por estudiantes radicales, ecologistas, intelectuales,
partidarios de la idea de "iniciativas de ciudadanos", etc.
Habermas, apartándose de los frankfúrtianos, pretende poner
en marcha una crítica social que tenga por norte una teoría de la sociedad
donde la teoría y la práctica caigan bajo una forma de racionalidad capaz de
aportar a la vez "explicaciones y justificaciones", es decir, un tipo
de racionalidad en donde la conciencia de la explicación sea al mismo tiempo
la justificación de la explicación.
Reconstrucción
del materialismo histórico
Se ha pretendido considerar a Habermas como alejado del
marxismo, incluso de la forma neomarxista de los frankfúrtianos. Pero, aunque
sería una simplificación adscribir a Habermas dentro del marxismo, sería así
mismo errado considerarlo como totalmente desligado de la problemática iniciada
y desarrollada por Marx, en particular por el Marx critico.
Habermas
rechaza, desde luego, el materialismo dialéctico, así como las formas
naturistas y, en último término, positivistas que juzga han adoptado con
frecuencia autores que se declaran a sí mismos marxistas. Pero reconoce en la
crítica desarrollada por Marx, bajo la forma de una teoría de la sociedad, lo
mismo en la crítica desarrollada por Freud, un paso importante en la dirección
del conocimiento por la vía de la emancipación.
El
interés emancipador
La
más conocida contribución filosófica de Habermas, o por lo menos la más
tratada, es la que se centra en torno a la noción de "interés".
Habermas
trata de poner de manifiesto que el carácter interesado -mejor dicho
"dirigido por interés"- del conocimiento, no tiene por qué hacer de
éste la expresión de una acción últimamente inexplicable e irracional. Marx,
por ejemplo, tendía considerarlo todo, inclusive el conocimiento, bajo el
aspecto de producción, por e¡ el conocimiento está ligado a las fuerzas de
producción y se convierte en ideología.
Según Habermas este reduccionismo es inadmisible, como
inadmisible es la racionalidad de los intereses. Los intereses pueden ser
técnicos o comunicativos, pero pueden ser así mismo emancipadores. Lejos de
constituir un nuevo ideal ulteriormente racionalizable, la emancipación
constituye el desarrollo mismo de la razón, la cual se libera de las
irracionalizaciones.
El
interés emancipador está ligado a la autorreflexión, que permite establecer
modos de comunicación entre los hombres haciendo razonables las interpretaciones.
La autorreflexión individual engrana con la educación social, y ambas son aspectos
de la emancipación social humana.
Habermas
insiste en que las decisiones "prácticas" a través de la comunicación
no son impulsos irracionales, como creen los positivistas, con tendencia a
tecnificar la ciencia y a separar la teoría de la práctica. Esto, sin embargo,
no lleva a Habermas a rechazar las ciencias positivas; lo que se trata de hacer
es señalar su lugar dentro de varios niveles posibles de racionalización.
Así, los
esfuerzos de Habermas se encaminan hacia una teoría social crítica, que incluya
una reflexión sobre la relación actual entre "sistemas" (niveles de
racionalización = ciencias) y el "mundo vivido" (práctica). Esto nos
llevaría a una acción integral o comunicativa.
ACTIVIDADES
De
comprensión:
1. Define en el contexto del tema los siguientes términos e indica
el autor que los utiliza: teoría critica, razón instrumental, alienación,
ideología, dialéctica negativa, represión, unidimensional, interés.
2. ¿Qué se quiere significar con el rótulo de
Escuela de Frankfurt?
3. ¿Por qué los frankfürtianos dirigen sus
críticas a la sociedad capitalista y a la sociedad de consumo?
4. ¿Por qué los frankfürtianos, en la primera
etapa, buscan la revolución, y en la segunda se apartan de ella?
5. ¿Qué significado cobran los términos
"razón objetiva" y "razón instrumental" en el marco de la
teoría critica?
6. ¿Quiénes pueden cambiar el
"sistema" según Marcuse? Explica.
7. Explica los motivos que hacen evolucionar
a Horkheimer de su primera teoría crítica.
8. ¿Por qué Adorno critica las ideologías?
9. ¿Qué aspectos del marxismo critican los
frankfürtianos?
10. ¿Cuál es la labor de la filosofía para
los frankfürtianos?
De
aplicación:
1. ¿Se podría afirmar que los miembros de la
Escuela de Frankfurt son marxistas del siglo XX? Razona tu respuesta.
2. ¿Qué aspectos comunes y qué diferencias
tienen los miembros de la Escuela? En
las diferencias especifica el aspecto más representativo de cada uno.
3. ¿Qué visión de la sociedad y en concreto
de las sociedades industrializadas avanzadas, se desprende de los análisis
realizados por los pensadores de Escuela?
4. Por medio de un ejemplo haz una aplicación
de la dialéctica positiva) dialéctica negativa.
5. ¿Qué aplicación le darías a la teoría
"acción comunicativa" de Habermas el sistema educativo colombiano?